sábado, 20 de diciembre de 2008

El corazón de la práctica budista es cultivar un amor y una compasión incondicionales hacia todos los seres.


Hay tres clases de amor: amor afectivo, amor que estima a los demás y amor que desea la felicidad de los demás, llamado también amor desiderativo. Podemos entender en qué consiste cada uno de ellos con el ejemplo que se da a continuación. Cuando una madre se encuentra con uno de sus hijos tras un largo período de separación, se llena de alegría y siente un gran afecto por él. Este sentimiento especial es lo que se denomina «amor afectivo». La madre considera con cariño que su hijo es muy precioso y desea cuidar de él de una manera especial. A este sentimiento especial de aprecio se le llama «amor que estima a los demás». Debido a que siente estos dos tipos de amor, cuando ve que su hijo está triste genera un fuerte deseo de hacerle feliz. Este deseo de que otras personas sean felices y de ayudarles a que lo sean es el «amor desiderativo».

En primer lugar hemos de generar el amor afectivo, y luego el amor que estima a los demás. Entonces, si reflexionamos sobre su infelicidad, generaremos el amor desiderativo. Motivados por este amor emprendemos la práctica de dar. Para ello tomamos la siguiente resolución: «¡Procuraré hacer felices a todos los seres sintientes!»

En su Guía de las obras del Bodhisatva, Shantideva enseña la manera de realizar la práctica de dar con las siguientes palabras:

«Con el fin de beneficiar a todos los seres sintientes,
transforma tu cuerpo en una joya que colma todos los deseos.»

Comenzamos pensando de este modo:

¡Que mi karma virtuoso madure en todos los seres sintientes y que, gracias a ello, puedan alcanzar la felicidad temporal y última!

Imaginamos que nuestro cuerpo se transforma en una preciosa joya que es capaz de colmar todos los deseos, de la cual emanan rayos de luz que iluminan los seis reinos de la existencia cíclica. Estos rayos purifican los diversos lugares de los seis reinos y otorgan a los seres que en ellos habitan todo lo que desean.

Los seres de los infiernos calientes disfrutan de una lluvia refrescante y los que moran en los infiernos fríos gozan del calor del sol; los espíritus ávidos reciben alimento y bebida; los animales adquieren sabiduría; los humanos ven colmados todos sus deseos y necesidades; los semidioses consiguen paz y satisfacción; y los dioses obtienen libertad.

Llegamos a la convicción de que todos los seres sintientes quedan totalmente satisfechos y experimentan un gozo inmaculado. Nos llenamos de gran alegría por la felicidad de estos seres y mantenemos este sentimiento en concentración convergente por tanto tiempo como podamos.

Esta meditación de dar felicidad a los demás es el método supremo para acumular méritos e incrementar nuestra mente de amor.

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