martes, 17 de marzo de 2009

TIBETANO




Hace 50 años, el 10 de marzo de 1959, el pueblo tibetano se alzó en armas contra las tropas interventoras chinas. Ante el temor de que Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama, fuera hecho prisionero y llevado a Pekín, o simplemente asesinado, más de 300,000 tibetanos rodearon el Palacio de Potala.


Este día ha pasado a la milenaria historia del Tíbet como un hito de la lucha por la libertad y la paz. Días atrás, Su Santidad el Dalai Lama dio a conocer un texto que reproducimos parcialmente por su importancia en el actual contexto asiático, así como por su valor ilustrativo para el lector interesado en el acontecer mundial.

• Declaración de Su Santidad el Dalai Lama en el 50mo. aniversario del Día del Levantamiento Nacional Tibetano.

Hoy es el 50to. aniversario del levantamiento pacífico del pueblo tibetano contra la represión de la China comunista en el Tíbet. En el último mes de marzo, se iniciaron protestas pacíficas que se fueron extendiendo por todo el Tíbet. La mayoría de los participantes eran jóvenes que nacieron o crecieron después de 1959, que nunca habían visto o vivido en un Tíbet libre.

Sin embargo, el hecho de que les moviera la firme convicción de servir a la causa del Tíbet, que ha continuado de generación en generación, es realmente un motivo de orgullo. Será una fuente de inspiración para aquellos de la comunidad internacional que tengan un profundo interés en la causa tibetana [. . .].

Alrededor de 1949, las fuerzas comunistas empezaron a irrumpir por el nordeste y este del Tíbet (Kham y Amdo) y, en 1950, más de 5,000 soldados tibetanos murieron. Teniendo en cuenta la situación reinante, el gobierno chino eligió la política de la liberación pacífica, lo que en 1951 llevó a la firma del Acuerdo de los diecisiete puntos y sus anexos. Desde entonces, el Tíbet ha estado bajo el control de la República Popular China. Sin embargo, el acuerdo mencionaba claramente que se respetarían la religión, la cultura y los valores tradicionales particulares del Tíbet.

Entre 1954 y 1955, me reuní en Pekín con los líderes chinos de más alto rango en el Partido Comunista, el gobierno y el ejército, encabezados por el presidente Mao Zedong. Cuando discutíamos sobre la manera de conseguir el desarrollo social y económico del Tibet, manteniendo la herencia religiosa y cultural tibetana, Mao Zedong y todos los demás líderes estuvieron de acuerdo en establecer un comité preliminar a fin de allanar el camino para la implementación de la región autónoma, según estipulaba el acuerdo, en lugar de establecer una comisión administrativa militar.

Desde alrededor de 1956 en adelante, la situación sin embargo empeoró con la imposición en el Tíbet de políticas ultraizquierdistas. Por consiguiente, las garantías dadas por las autoridades superiores no fueron aplicadas sobre el terreno. La enérgica ejecución de las llamadas ''reformas democráticas'' en las regiones tibetanas de Kham y Amdo, las cuales no estaban en concordancia con las condiciones reinantes, tuvieron como resultado un inmenso caos y destrucción.
En el Tíbet central, los oficiales chinos violaron deliberadamente el acuerdo, y sus tácticas de mano dura aumentaron día a día. Estos graves acontecimientos no dejaron otra alternativa al pueblo tibetano que levantarse pacíficamente el 10 de marzo de 1959. Las autoridades chinas respondieron con una contundencia sin precedentes, causando la muerte, detenciones y encarcelamientos de decenas de miles de tibetanos en los meses siguientes.

Por consiguiente huí hacia el exilio en India, acompañado por un pequeño grupo de funcionarios del gobierno tibetano incluyendo algunos kalons (ministros del gabinete). Desde entonces cerca de 100,000 tibetanos han huido a India, Nepal y Bután. Durante su huida y los meses posteriores se enfrentaron a sufrimientos inimaginables, que todavía están hoy claramente grabados en la memoria tibetana.

Una vez ocupado el Tíbet, el gobierno comunista chino llevó a cabo una serie de violentas campañas de represión que incluían ''reformas democráticas'', lucha de clases, colectivización, la Revolución Cultural, imposición de ley marcial y más recientemente las campañas de reeducación patriótica y de ``pegar duro''.

Esto llevó a los tibetanos a unos niveles de sufrimiento y desdicha tan profundos que literalmente padecían el infierno en la tierra. El resultado inmediato de estas campañas fue la muerte de miles de tibetanos. Se cortó el linaje del Buda Dharma. Miles de centros religiosos y culturales, como monasterios, conventos de monjas y templos, fueron arrasados y edificios históricos y monumentos demolidos. Los recursos naturales han sido explotados indiscriminadamente. El frágil medio ambiente del Tíbet ha sido contaminado, se ha llevado a cabo una deforestación masiva y la fauna, como el yak salvaje y el antílope tibetano están en peligro de extinción.

Estos 50 años han acarreado al Tíbet y a su pueblo sufrimientos y destrucción inexpresables. Incluso hoy en día, los tibetanos en el Tíbet viven constantemente atemorizados y las autoridades chinas siguen sospechando de ellos. Hoy, la religión, cultura, lengua e identidad, que sucesivas generaciones de tibetanos han considerado más preciadas que su propia vida, están próximas a la extinción [. . .]

Incluso Hu Yaobang, el Secretario del Partido Comunista, cuando llegó a Lhasa en 1980, reconoció claramente estos errores y pidió perdón a los tibetanos. Muchos desarrollos infraestructurales como carreteras, aeropuertos, redes ferroviarias, etc. que parecen llevar el progreso a las zonas tibetanas, en realidad se llevaron a cabo con el objetivo político de convertir en chino al Tíbet a costa de devastar el medio ambiente y el modo de vida tibetano [. . .].

Inmediatamente después de nuestra llegada al exilio empecé a trabajar para fomentar la democracia en la comunidad tibetana, con la creación en 1960 de un Parlamento Tibetano en el exilo. Desde entonces hemos avanzado gradualmente hacia la democracia y hoy en día nuestra administración en el exilio ha evolucionado hacia una democracia en pleno funcionamiento con una Constitución escrita y su propio cuerpo legislativo. Esto es algo de lo que realmente podemos sentirnos orgullosos.

Desde el 2001, hemos establecido un sistema por el cual los dirigentes políticos de los exilados tibetanos se eligen directamente a través de procedimientos similares a otros sistemas democráticos. Actualmente estamos en proceso del segundo mandato del Kalon Tripa (Presidente del Gabinete). Por consiguiente mis responsabilidades administrativas cotidianas se han reducido y hoy en día estoy semi retirado. Sin embargo, la responsabilidad de todo tibetano es trabajar para la justa causa del Tíbet y mientras viva mantendré esta responsabilidad [. . .].

Aparte de preocuparse por el bienestar de la comunidad tibetana en el exilio, cosa que ha hecho bastante bien, la tarea principal de la Administración Central Tibetana es trabajar para la resolución de la cuestión tibetana. Habiendo diseñado en 1974 la Política del Camino Medio en beneficio de ambas partes, cuando en 1979 Deng Xiaoping nos propuso negociar, estábamos preparados para ello. Se llevaron a cabo muchas negociaciones y se enviaron delegaciones de investigación. Sin embargo no se llegó a ningún resultado concreto y los contactos formales finalmente se cortaron en 1993 [. . .].

Desde el restablecimiento de los contactos en el 2002, hemos seguido la política de un conducto oficial y una agenda y hemos mantenido ocho rondas de negociaciones con las autoridades chinas. Como consecuencia de ello presentamos el Memorando sobre la auténtica autonomía para el pueblo tibetano, exponiendo como se podrían cumplir las condiciones para una autonomía nacional regional dentro del marco de la constitución china, al implementar en su totalidad sus leyes sobre autonomías.

La insistencia por parte de China para que aceptemos que el Tíbet ha sido parte de China desde tiempos ancestrales, no sólo es incorrecta sino que es irrazonable. No podemos cambiar el pasado, no importa si fue bueno o malo. Distorsionar la historia con fines políticos es incorrecto.

Necesitamos mirar hacia el futuro y trabajar en beneficio mutuo. Nosotros los tibetanos buscamos una autonomía legítima y significativa, un acuerdo que permita a los tibetanos vivir dentro del marco de la República Popular China. Satisfaciendo las aspiraciones del pueblo tibetano, China podría conseguir estabilidad y unidad.

Por nuestra parte, no estamos reclamando nada basándonos en la historia. Repasando la historia, no hay hoy en día ningún país en el mundo, incluyendo China, cuyo territorio se haya mantenido siempre igual ni tampoco puede permanecer sin cambios.

Nuestra aspiración a que todos los tibetanos estén bajo la misma administración autónoma se basa en el mismo objetivo del principio de la autonomía nacional regional. También satisface los requisitos fundamentales del pueblo tibetano y chino. La Constitución china y sus correspondientes leyes y reglamentaciones no ponen ningún obstáculo a esto y muchos líderes del gobierno central chino han aceptado esta legítima aspiración [. . .].

Aparte de que el proceso actual del diálogo sino-tibetano no obtuvo ningún resultado concreto, hubo una brutal serie de medidas drásticas por las protestas tibetanas que sacudieron todo el Tíbet desde el pasado año. Por lo tanto, para pedir la opinión pública sobre el futuro rumbo de la acción que deberíamos tomar, se convocó en noviembre del 2008 la Reunión Especial de los Exilados Tibetanos.

Asimismo nos esforzamos por recoger sugerencias de tibetanos dentro del Tíbet. El resultado de este proceso fue que la mayoría de los tibetanos apoyaban firmemente continuar con la Política del Camino Medio. Por lo tanto estamos ahora siguiendo esta política con una mayor confianza y continuaremos esforzándonos para conseguir una autonomía nacional regional significativa para todos los tibetanos.

Desde tiempo inmemorial, los pueblos tibetano y chino han sido vecinos. También en el futuro debemos vivir juntos. Por lo tanto es muy importante para nosotros convivir con amistad.

Desde la ocupación del Tíbet, la China comunista ha ido publicando propaganda tergiversada sobre el Tíbet y su gente. Por consiguiente, hay muy pocas personas entre la población china que comprendan verdaderamente el Tíbet. De hecho es muy difícil para ellos encontrar la verdad. También hay líderes chinos ultraizquierdistas, quienes han iniciado una enorme propaganda con la intención de separar a los pueblos tibetano y chino creando rencor entre ellos.

Repasando estos 50 años de exilio, hemos sido testigos de muchas vicisitudes. Sin embargo, el hecho de que la cuestión del Tíbet esté viva y el creciente interés que está tomando en ello la comunidad internacional es realmente todo un logro. Visto desde esta perspectiva, no tengo ninguna duda que prevalecerá la justicia en la causa del Tíbet, si nos mantenemos en el camino de la verdad y la no-violencia.

Al conmemorar 50 años de exilio, es muy importante que expresemos nuestra profunda gratitud a los gobiernos y al pueblo de los diferentes países anfitriones en donde vivimos. No sólo acatamos las leyes de estos países, sino que nos comportamos de manera que en cierto modo nos convertimos en un valor para estos países. De igual manera, en nuestros esfuerzos para llevar a cabo la causa del Tíbet y conservar su religión y cultura, deberíamos construir nuestra visión y estrategia para el futuro aprendiendo de nuestras anteriores experiencias.

Yo siempre digo que debemos esperar lo mejor y estar preparados para lo peor. Tanto si lo miramos desde un punto de vista global como en el contexto de los acontecimientos en China, tenemos razones para confiar en una rápida resolución de la causa tibetana. Sin embargo, debemos estar bien preparados en caso de que la lucha tibetana siga durante largo tiempo. Para ello, debemos concentrarnos fundamentalmente en la educación de nuestros niños y cultivar profesionales en diferentes campos. También debemos aumentar la concientización en el medio ambiente y la salud y mejorar la comprensión y la práctica de métodos de no violencia entre la población tibetana.

Quisiera aprovechar esta ocasión para expresar mi más profunda gratitud a los líderes y al pueblo de la India, así como a sus gobiernos central y estatal, quienes a pesar de enfrentarse a problemas y obstáculos, han ofrecido a los tibetanos en el exilio un inestimable apoyo y ayuda durante las últimos 50 años. Su bondad y generosidad son inconmensurables.

También quisiera expresar mi agradecimiento a los líderes, gobiernos y personas de la comunidad internacional, así como a los diferentes grupos de apoyo al Tíbet por su ilimitada ayuda.

Puedan todos los seres sensibles vivir en paz y felicidad.

El Dalai Lama.

10 de marzo del 2009.

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