lunes, 5 de enero de 2009

JOKHANG






Incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2000 como parte del Palacio Potala, el templo Jokhang está situado en el centro de Lhasa, capital del Tíbet. Con un área de 25100 metros cuadrados, el es destino por excelencia de los peregrinos tibetanos.

La Dinastía Tang (618 - 907), se caracterizó por su gran prosperidad económica y su gran progreso político. Durante ese tiempo, China fue considerada como el centro cultural y político del mundo. El rey Songtsem Gampo (617 – 650, el rey 33º del Tíbet) era el gobernante del reino Tubo (o reino tibetano). Promovió activamente el budismo en el Tíbet durante y bajo su reinado, el país alcanzó un gran progreso en políticas sociales se realizó la primera unificación del Tíbet. Para alcanzar relaciones cordiales con los países limítrofes, desposó consecutivamente primero a la princesa Bhrikuti de Nepal, y a la princesa Wen Cheng de la Dinastía Tang. Cuando ambas mujeres llegaron al Tíbet, cada una trajo consigo una estatua de Jowo Sakyamuni. En aquella época la mayoría de los habitantes de la región eran pueblos nómadas que vivían en tiendas, y había muy pocos palacios. Para guardar el buda traido por la princesa Wen Cheng, el rey Songtsem Gampo ordenó construir construir un pequeño palacio. La princesa Burikuti, celosa, pidió entoces a Gampo que construyera otro palacio para ella, dando luegar al gugantesco compleajo levantado en el año 647.

El complejo original incluía solamente ocho santuarios. Tras múltiples remodelaciones, la mayoría llevadas a cabo durante la dinastía Yuan (1206 - 1368), la Dinastía Ming (1368 – 1644) y la dinastía Qing (1644-1911), el complejo fue creciendo hasta alcanzar la escala actual.

El Templo Jokhang fue contruido donde antes había un lago. Según la leyenda este lugar fue elegido tras sucesivos intentos fallidos de construir un templo en la región. Previo a esto, todos los templos contruidos se derrumbaban. Confundidos por este fenómeno, la princesa Bhrikuti recurrió a Wen Cheng en busca de ayuda. Wen Cheng, que era una mujer muy preparada, le contó a la princesa que la geografía del Tibet era como una arpía, fuente de maldiciones, con el lago como corazón. Para construir el templo, Wen Cheng aconsejó que para destruir a la arpía debían llenar el lago para después vaciarlo, usando 1000 obejas para llevar tierra desde una montaña lejana. Cuando el templo fue finalizado se le dio el nombre de Ra-Sa-Vphrul-Snang ('ra' significa oveja y 'sa' tierra, en tibetano) para honrar a esos animales.
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Sea cierta o no la leyenda, el templo trajo el budismo al Tíbet y lo hizo parte inseparable de su historia y cultura. La ciudad de Ra-Sa fue creciendo alrededor de templo a lo largo de los siglos, convirtiéndose en la actual Lhasa, tierra sagrada del budismo tibetano.

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