jueves, 29 de enero de 2009


Madrid, 29 ene (EFE).- A la tradicional concepción del Dalai Lama como líder espiritual o político, se une ahora la de fuente de inspiración para el arte contemporáneo, después de que setenta artistas hayan encontrado en este icono mundial de la paz al personaje ideal para crear sus obras.

"The missing peace", que se exhibe a partir de hoy en las salas de la Fundación Canal de Madrid, ha reunido en torno a este personaje de dimensión mundial a artistas de diferentes disciplinas con el encargo de crear su arte inspirados en la figura del Dalai Lama y en todo lo que simboliza, y con la pretensión de animar al visitante a mirar en su interior.

Después de pasar por Los Ángeles (2006), Nueva York, Chicago, Atlanta, San Francisco y Tokio, Madrid es la primera ciudad europea a la que viaja esta muestra, cuya pretensión es lograr la comunión del visitante con los valores representados por la figura del Dalai Lama, de forma que, al salir, se convierta en vehículo difusor de la paz.

"The missing peace" (la paz que nos falta) ofrece un amplio recorrido a través del arte contemporáneo y sus diferentes disciplinas representadas por la pintura, la escultura, la fotografía, el vídeo, el cine, la instalación e incluso técnicas mixtas y arte textil.

La variedad de formatos de las obras abarcan desde la gran pantalla utilizada por Marina Abramovic para proyectar su "cascada sonora" a raíz de los cientos de mantras recitados por monjes budistas, a la miniatura de la performer "Desde el aire", de la americana Laurie Anderson, en la que la artista se refleja a sí misma y a su perro con hologramas frente un posible ataque aéreo.

El pintor sevillano Salustiano ha sido el elegido con su obra "Reencarnación" como imagen de la muestra en toda su gira, en la que demuestra su dominio de la técnica pictórica con la imagen de una niña asiática acompañada de un fondo rojo y con la que propone la idea del perdón del pueblo tibetano a China mediante la reencarnación del Dalai Lama en una niña china.

El compositor japonés Ryuichi Sakamoto presenta una instalación sonora, "Mandala sónico", inspirada en los sonidos de la campana tibetana, y en la que la arena esparcida sobre una mesa tapizada con papel japonés se mueve y reproduce diferentes figuras, a modo de mandalas -representaciones simbólicas de la tradición budista- al ritmo que le marcan las vibraciones de la música que emana de los altavoces encastrados bajo la instalación.

Unos zapatos auténticos del Dalai Lama sirven de inspiración a la fotógrafa suiza Sylvie Fleury para captar el aura del líder espiritual a través del calzado, mientras que el vietnamita Andy Cao utiliza los "cocos sordos", que simbolizan a los niños abandonados en su país al nacer discapacitados a causa del "agente naranja" utilizado en la guerra de Vietnam, para componer las cuentas de un enorme rosario budista.

El Anatsui (Ghana) se ha servido de precintos y etiquetas de botellas de licor reciclados para tejer un inmenso tapiz que cuelga en la estancia central de la sala, en un intento de hacer reflexionar sobre la necesidad de aunar progreso con respeto al medio ambiente, aspecto en el que coincide con otros artistas como Ichi Ikeda y con su instalación, en la que habla de la necesidad de reducir el consumo diario de agua.

El vientre de una mujer embarazada, una figura tendida sobre la calzada en una transitada calle de Nueva Delhi, una fotografía tomada por el actor Richard Gere de un yogui tántrico en Amdo, próximo al lugar de nacimiento del Dalai Lama, o una fotografía del sonriente protagonista de la muestra, suponen un canto a la paz y hablan al visitante de la necesidad de transmitir valores universales como el amor, el perdón o la comunión con la naturaleza.

Concha Carrón

domingo, 25 de enero de 2009


El budismo no ve el mundo como una teofanía, sino como un exilio; no lo considera positivo, sino negativo (corrupción, tentación y sufrimiento). Sobre esta base, el budismo, expresa una realidad positiva en términos negativos: el Nirvana, esto es, negación de lo negativo.

La Realidad Fundamental o Divina – solamente en el budismo Mahâyâna – se considera un Ser Supremo. Así, es erróneo calificar “de ateo” al budismo puesto que dicha Realidad Fundamental es absoluta, infinita y perfecta: términos transcendentes que el ateismo niega.


Shihan Joaquim Villalta

Todas las doctrines esenciales de Buddha se dieron en su famoso “Primer Sermón”, y están contenidas en lo que se conoce como “las Cuatro Nobles Verdades” y “el Camino Óctuplo”.
El Camino Óctuplo

El Camino Óctuplo contiene una serie de indicaciones para todo aquel que quiera seguir los pasos de Buda. Si la vía escogida por alguien pertenece a las artes marciales, éste ha de aplicar los siguientes aspectos a su arte, dado que tienen una importancia vital en su camino interno.





El elemento “conducta” de la sección de moralidad se explicita en el código práctico conocido como “los Cinco Preceptos”:

(1) Abstenerse de quitar la vida

(2) Abstenerse de coger algo no dado

(3) Abstenerse de toda actividad sexual ilícita

(4) Abstenerse de mentir

(5) Abstenerse de sustancias embriagadoras
Las dos escuelas o las dos formas culturales

El siguiente esquema contempla el inicio de la derivación de budismo. De las dos grandes escuelas (Theravâda y Mahâyâna), nos centraremos en el budismo Mahâyâna, dado que de éste deriva la escuela Zen. En diversas Artes Budo encontramos la combinación de meditación y práctica marcial.

Budismo Hînayâna/ Theravâda Budismo Mahâyâna

(primera escuela) (segunda escuela)


Budismo Mahâyâna

En la actualidad , el budismo está dividido en dos grandes escuelas o corrientes: El budismo Theravâda (enseñanza de los ancianos ) y el Mahâyâna (Gran Vehículo ).

El budismo Mahâyâna ofrece a todos los seres de todos los mundos la salvación a través de la fe y el amor, así como también por el conocimiento. En la primera corriente, esta salvación solamente puede alcanzarse a través del Nirvana en aquellas pocas almas fuertes que no requieren de ninguna ayuda espiritual exterior ni del consuelo del culto. El Hinayana es un camino “no señalado”, individual, y extremadamente duro, mientras que la carga del Mahâyâna es más ligera i no requiere del hombre la renuncia inmediata del mundo y de todos los afectos humanos.

Ambos vehículos tienen en común: las tres características del ser (impermanencia o fugacidad, sufrimiento e irrealidad del Yo), les cuatro nobles verdades, la trasmigración y el Karma.

No obstante, las diferencias fueron haciéndose cada vez más notables con el transcurso del tiempo. Desde un punto de vista occidental (es decir, poco habituado a diferencies doctrinales tan grandes dentro de una misma creencia), podría decirse que constituyen dos religiones diferentes atendiendo a sus escrituras canónicas. Esta afirmación puede resultar un tanto exagerada puesto que ambas comparten las ideas fundamentales: el ser humano es el único para alcanzar la budeidad, que ningún dios puede eliminar las consecuencias kármicas (lo que significa que todas les consecuencias de nuestras acciones son irremediables), y que no existe ningún creador del cielo y la tierra, supremo y juez del universo.

La rama del budismo Mahâyâna ha tenido una gran repercusión en China, el Japón, la isla de Taiwan, el Tibet, Nepal, Mongolia, Corea, Vietnam y la India.

miércoles, 21 de enero de 2009



por David Jiménez (EL MUNDO)
El Gran Timonel pensó en 1949 que China no había sido del todo liberada con su revolución comunista y reclamó para el Imperio un pueblo con una cultura, religión, idioma, etnia y forma de vida completamente distinta a la china.

Medio siglo después, las casas de masaje inundan la capital tibetana, Lhasa, el traslado de población china de la etnia Han a la región se ha intensificado y el Gobierno chino continúa reprimiendo al pueblo tibetano con la ayuda, por omisión, de un Occidente que ha preferido cerrar los ojos a cambio de beneficios comerciales.

El último informe sobre la situación del Tíbet, realizado por The Tibetan Information Network, ejemplifica la situación en el caso de cinco monjas budistas. Todas ellas se suicidaron en la prisión de Drapchi hace dos años tras ser torturadas durante días con descargas eléctricas y golpes. Las religiosas fueron detenidas tras negarse a cantar el himno nacional de China en público. Una de las monjas que sobrevivió a las torturas ha descrito ahora que sus compañeras fueron golpeadas con cinturones y porras eléctricas con tanta fuerza que las paredes de sus celdas solían estar completamente manchadas de sangre. «La Unidad 3 de la prisión de Drapchi ha sido durante los últimos ocho años un centro de tortura para prisioneros políticos», según el informe de la organización humanitaria.

El Ejército Rojo inició la invasión del Tíbet el 7 de octubre de 1950 con más de 40.000 soldados y bajo la justificación de que había que terminar con una teocracia en la que «los terratenientes oprimían al pueblo».

Las fuerzas armadas tibetanas, que apenas sumaban 8.000 soldados mal preparados, fueron derrotadas fácilmente. El Dalai Lama y 80.000 tibetanos huyeron nueve años después a la India tras el fracaso del levantamiento popular de 1959 y el régimen comunista completó así la anexión del territorio.

La comunidad china es hoy más numerosa que la tibetana en Lhasa y el régimen comunista ofrece los mejores trabajos a sus compatriotas mientras fomenta -en ocasiones con esterilizaciones forzosas- el control de la natalidad en la población nativa.

Todos los monjes budistas han de ser autorizados directamente por Beijing y son encarcelados por motivos que van desde negarse a romper una fotografía del Dalai Lama a hablar con algún turista de la situación del Tíbet.

El Gobierno tibetano en el exilio ha pedido en numerosas ocasiones el inicio de negociaciones con China, pero Beijing se ha negado a dialogar hasta que el Dalai Lama reconozca que el Tíbet es una parte más de China.

Los líderes comunistas ven en la devoción del pueblo tibetano al Dalai Lama un desafío a su autoridad y de ahí que desde 1995 la represión se haya intensificado con el encarcelamiento de más de un millar de personas al año.

China ha respondido siempre a las acusaciones sobre sus abusos mencionando los progresos que ha logrado en el Tíbet, con nuevos hospitales, carreteras y fábricas. El Tíbet, nadie lo duda, es hoy un lugar materialmente más desarrollado que en 1950. Sin embargo, la región se ha convertido en un lugar desigual, con florecientes negocios en manos de la población china y una comunidad tibetana mayoritariamente pobre y disgustada con la forma de vida importada desde Beijing. Las posibilidades de que la cultura tibetana sobreviva a otros 50 años de dominación china parecen mínimas, sobre todo porque nadie en Occidente parece dispuesto a intervenir en el lento genocidio del Tíbet.

martes, 20 de enero de 2009

50 AÑOS DE GENOCIDIO


UNO DE LOS MILES DE LAMAS ASESINADOS



50 AÑOS DE GENOCIDIO COMUNISTA EN TIBET

A pesar de los cincuenta años de ocupación China y las diversas políticas diseñadas para asimilar o "sinificar" a los tibetanos y para destruir su identidad nacional, cultural y religiosa, la determinación del pueblo tibetano para conservar su patrimonio y recobrar su libertad es tan fuerte como lo ha sido siempre. La situación ha conducido al enfrentamiento dentro del Tibet y a un gran fuerzo de propaganda China a escala internacional.

1949-51 La Invasión China
El nuevo gobierno comunista establecido en China envió tropas a invadir el Tibet en 1949-50. Se impuso un tratado al gobierno tibetano en mayo de ese año, aceptando la soberanía sobre el Tibet pero reconociendo la autonomía del gobierno tibetano con respecto a los asuntos internos del Tíbet. A medida de que China iba consolidando su control, comenzaron repetidamente a infringir el tratado y la resistencia abierta a su dominio creció, conduciendo a la Sublevación Nacional en 1.959 y la huida a la India del jefe del estado y dirigente espiritual, el Dalai Lama.

La comunidad internacional reaccionó conmocionado ante los sucesos en Tibet. La cuestión del Tibet fue discutida en numerosas ocasiones por la Asamblea General de la O.N.U. entre 1.959 y 1.965. Tres resoluciones fueron pasadas por la Asamblea General condenando las violaciones de China de los derechos humanos en Tibet y llamando a China para que respetara esos derechos, incluyendo el derecho del Tíbet a la autodeterminación.

Después de 1959: La Destrucción
La destrucción de la cultura del Tíbet y la opresión de su gente fue brutal durante los veinte años que siguieron al Levantamiento. 1.2 millones de tibetanos, una quinta parte de la población del país, murieron como resultado de las políticas de China; otros muchos languidecieron en los campos de labor y prisiones; y más de 6.000 monasterios, templos y otros edificios culturales e históricos se destruyeron y sus contenidos sometidos a pillaje. En 1.980 Hu Yao Bang, Secretario General del partido Comunista, visitó el Tibet - el primer funcionario importante en hacerlo desde la invasión. Alarmado por el alcance de la destrucción qu vió allí, requirió una serie de reformas drásticas y una política de "recuperación". Su dimisión forzada en 1.987 se dijo que derivó parcialmente por sus comentarios de lo que allí había visto. En 1.981, Alexander Solzhenytsin todavía describió el régimen Chino en Tibet como "el más brutal e inhumano que cualquier otro régimen comunista en el mundo." la Relajación de la política de China en el Tibet vino muy lentamente después de 1.979 y se encuentra severamente limitada.


Dos delegaciones fueron enviadas por el Dalai Lama a mantener conversaciones exploratorias de alto nivel con el gobierno Chino y con líderes del partido en Beijing entre 1.979 y 1.984. Las conversaciones fracasaron porque los chinos no estaban, por entonces, dispuestos a discutir nada sustancial excepto el regreso del Dalai Lama desde el exilio. El Dalai Lama ha insistido siempre que su regreso no es el asunto; en vez de ello, la cuestión que necesita ser resuelta es el futuro de los seis millones de tibetanos que viven dentro del Tibet. Es opinión del Dalai Lama que su regreso dependerá enteramente de resolver la pregunta de la condición y derechos del Tibet y su gente.




TIBET: 50 AÑOS DE IGNOMINIA GENOCIDA




En los años recientes la situación en Tibet se ha deteriorado una vez más, llegando en 1.987 a protestas abiertas contra la dominación china, en Lhasa y otras partes del país. Uno de los factores principales que conducen a este deterioro ha sido el influjo grande que ejercen los chinos en el Tibet, particularmente en sus poblaciones más importantes. El número exacto de chinos es difícil de evaluar, porque la gran mayoría han inmigrado sin obtener permisos oficiales de residencia. Así, las estadísticas chinas son enteramente falaces, cuando cuentan, como ellos hacen, únicamente el pequeño número de inmigrantes registrados. En valles urbanos y fértiles del Tíbet, particularmente en Tibet oriental, los chinos sobrepasan en número a los tibetanos por dos, y a veces tres a uno. En áreas rurales seguras, particularmente en Tibet occidental, hay muy poco chinos. Sin considerar los números, el impacto total de la influencia china es devastador porque los chinos no solamente controlan el poder político y militar en Tibet, sino también la vida económica, e incluso la vida cultural y religiosa de la gente.

El aumento de presencia militar e incluso civil de China en Tibet ha sido una fuente de grande preocupación para la India, pues incide directamente sobre su propia seguridad. Tibet actuó durante siglos como un colchón de seguridad vital entre la China e India. Sólo cuando las tropas chinas se encararon con las tropas indias en la frontera indo-tibetana, el resto de mundo se ha dado cuenta de que las tensiones, e incluso la guerra, han amenazado a las dos potencias más habitadas del mundo. Cuanto más se convierta Tibet en una provincia china, poblado por chinos, más fuerte será la posición estratégica de China a lo largo de los Himalayas. El alcance militar creciente de China ha llegado a concernir a muchas naciones asiáticas, no solo a la India.

Por su parte, el gobierno comunista chino “vende” el cincuentenario como “50 años de liberación”. Si liberación es asesinar, en efecto son los más hartos liberadores. Dicen que ayudaron a salir del medioevo a la sociedad de los lamas. Sí. Claro. Mao no era medieval. Ni la revolución cultural.

jueves, 15 de enero de 2009

आज्ञाश्राटा

VAJRASATVA II

La unión con la pureza fundamental
A medida que profundizamos en nuestra concentración sobre la radiante figura que está por encima de nosotros, diversas gotas de rocío de blanco néctar luminoso se forman sobre el HUM y la guirnalda de mantra blanco. Las gotas se van haciendo más pesadas, llenas y, lentamente, comienzan a caer. Fluyen hacia el interior del cuerpo de Vajrasatva y tocan nuestra coronilla. Las gotas de néctar son frías, apaciguadoras y sanadoras. Fluyen al interior de nuestro cuerpo, gota tras gota, resplandecientes. Nos sentimos muy refrescados.

El ritmo del néctar que cae se acelera. Las gotas ya no se pueden distinguir. Se convierten en una corriente fluida y sanadora que el corazón de Vajrasatva vierte en nuestro cuerpo y nuestra mente. El chorro de luz va lavando todo nuestro karma torpe, nuestras acciones necias, nuestro egoísmo. Incluso, lava las enfermedades físicas. Nos desprendemos de las nubes oscuras.

La liberación primordial
Las letras que giran en el corazón de Vajrasatva refuerzan la purificación. Dan vueltas alrededor de HUM, cantando el sonido del mantra. Una por una, las cien sílabas nos devuelven a nuestro verdadero hogar, nuestra verdadera naturaleza.

El resplandeciente néctar luminoso nos limpia hasta de nuestra naturaleza de carne y hueso, nacida para morir. Nuestro cuerpo se torna como una perfecta jarra de cristal. Este recipiente de luz con forma corpórea se llena por completo del néctar blanco. Nos sentimos ligeros, puros y libres como el cielo azul.

Mantra de Vajrasatva
En su naturaleza más honda los mantras son, en esencia, intraducibles. No obstante, algunos maestros han procurado hacer una traducción que nos puede dar una idea de lo que significa el mantra de Vajrasattva.

La transliteración que aquí presentamos se basa en una forma del mantra tal como la otorgo a algunos de sus discípulos el maestro Dudjom Rimpoché.

Empieza diciendo: “Om Vajrasatva samaya” (cuando adoptas una sadhana o practica de visualización, haces un samaya, o un compromiso, voto con la figura que vas a visualizar, prometiendo mantener esa práctica con regularidad. Si lo haces fielmente, la figura que visualizarás, por su parte, te obsequiará los frutos de la práctica).

Om Vajrasatva samaya Om, voto a Vajrasatva,
Manupalaya defensor de los hombres,
Vajrasatva ‘tvenopatishta con tu esencia, ser de vajra, permanece a mi lado,
Drdho me bhava por mí, sé firme,
Sutosyo me bhava por mí, sé contento,
Suposyo me bhava por mí, sé complacido,
Anurakto me bhava siente profundo amor por mí,
Sarva siddhim me preecha concédeme todas las perfecciones,
Sarva karma sucha me purifica todo mi karma,
Chittam shreyah kuru hung haz de mí una mente mejor.
¡Ja, ja, ja, ja, jo! (risa)
Bhagavan sarva tathágata ¡Benditos sean todos los budas!
Vajrama me muncha Ustedes, semejantes a los vajras, ¡libérenme!
Vajri bhava Sean, en verdad, de la naturaleza del vajra.
Mahasamayasatva Gran héroe de mi compromiso.
¡Ah! ¡Hung! ¡Phat! ¡Ah! ¡Hung! ¡Phat! (¡Que se vaya el mal!)

(¡Phat! Es un sonido que se usa para someter a los demonios)


Vajrasattva y su relación con la muerte

Vajrasattva tiene una relación especial con la muerte y es común cantar su mantra para ayudar a quien acaba de fallecer. La cercanía de la muerte es el momento en que nuestras acciones pasadas, hábiles o torpes, vienen a nosotros de manera más íntima y es, asimismo, el momento en que se puede determinar nuestro futuro renacimiento. Por lo tanto, en esos instantes necesitamos, más que nunca, invocar la pureza esencial de Vajrasatva para que nos ayude a purificar nuestro karma.

Vajrasattva y la confesión espiritual
De igual manera, Vajrasattva guarda relación con el acto de la confesión. Cada vez que nos confesamos, que nos revelamos abriéndonos tratamos de soltar el acto torpe que estamos confesando. Si la confesión es sincera podemos llegar a experimentar por lo menos un poco de nuestra verdadera naturaleza de Vajrasatva.

Fuente: Teachers of Enlightenment, Kulananda, Windhorse Publications


Nuestra pureza esencial

I

El Buda más allá del espacio y el tiempo
A Vajrasatva se le denomina Adi-buda. Adi significa principio o primordial, no como el Buda que ha existido desde el principio del tiempo, sino como el Buda que existe totalmente más allá del espacio y el tiempo. Vajrasattva representa al Dharmakaya, la verdadera naturaleza de la Budeidad, Su naturaleza auténtica se halla más allá de los más lejanos confines de lo expresable.
Es un símbolo de lo que no se puede simbolizar.

La pureza esencial “simbolizada”
Vajrasatva es un Buda que aparece con forma de bodhisatva. Es de color blanco. Esto significa pureza y purificación, la cual, aquí, consiste en la profunda percepción de que, en esencia, nunca nadie ni nosotros hemos sido impuros. Somos completamente puros desde un principio sin inicio, puros por nuestra misma naturaleza, esencialmente, en las profundidades de nuestro ser. Somos puros de todo condicionamiento. Incluso, somos puros de la mera distinción entre lo condicionado y lo incondicionado. Nuestra verdadera naturaleza es la no-naturaleza y somos, en la mismísima esencia, completa y perfectamente inmaculados. Para cualquiera que haya crecido en una cultura tan afectada por la culpa como es la nuestra, esto puede ser un gran alivio. Cuando reconocemos en Vajrasattva nuestra naturaleza, esencial, pura, se destruye por entero cualquier culpa irracional.

Práctica tántrica de purificació
n
Vajrasatva no aparece en ninguna de las escrituras del budismo Mahayana. Es una figura exclusiva del budismo tántrico y desempeña diversos papeles importantes en la práctica tántrica. En particular, la visualización de Vajrasatva ocurre en las series tradicionales de los cuatro yogas básicos, en los que uno lo visualiza y recita su mantra 100 mil veces como apoyo para la completa purificación del cuerpo, el habla y la mente.


La visualización de Vajrasatva


Cielo azul de la vacuidad.-
Para empezar, todo lo que nos rodea se disuelve en un vasto cielo azul que se extiende en todas direcciones. Toda esperanza y temor, toda ronda de pensamientos, se desvanece en el cielo y todo está sereno.

Del loto blanco de nuestra potencialidad surge Vajrasatva
Sobre nuestras cabezas, de la vacuidad clara y azul emerge un loto blanco y perfecto. Encima de éste hay un círculo de luz blanca. Es un tapete de luna. Sobre ese trono sin mancha aparece una figura hecha de luz blanca, sentada serenamente en postura de loto completo. Viste con deslumbrantes sedas y joyas hechas de pura luz.

El Vajra y la campana: Sabiduría y compasión

Su mano derecha está a la altura del corazón, con la palma hacia arriba verticalmente sobre ella, en perfecto equilibrio, hay un vajra, el cetro diamantino de los budas. Puede aparecer el vajra de oro o de cristal pero este también está hecho de luz, de Mente, de la realidad misma.

La mano izquierda descansa a su lado, sosteniendo una campana-vajra, que es una campana de plata con mango de vajra. Coronan su cabeza cinco joyas y su cuerpo está circundado por un aura de luz de cinco colores: blanco, amarillo, rojo, azul y verde, pues Vajrasatva es la unión del mandala de los cinco budas, la total personificación de sus sabidurías. Tiene el cabello largo y negro, cayendo sobre sus hombros y mira hacia abajo, a nosotros, con una sonrisa de completa aceptación.

El Bija o silaba simiente del que surge el mantra de Vajrasatva
En el centro de su corazón hay otro pequeño loto blanco y un tapete de luna. Sobre éste, erguido verticalmente, en color azul oscuro está la sílaba simiente HUM (hung). A ésta la rodea un círculo de letras blancas, como un collar de blancas perlas puras. Son las letras que componen el “mantra de cien sílabas” de Vajrasatva.

miércoles, 14 de enero de 2009

वज्रपाणी VAJRAPANI


Om Vajrapani Hum

Para muchas personas que por primera vez se aproximan al budismo, Vajrapani no muestra una apariencia “muy budista”. Es un Bodhisattva que representa
la energía de la mente iluminada y su mantra simboliza también dicha cualidad. Se le representa haciendo una danza salvaje dentro de un halo de flamas, el cual simboliza la transformación. En la mano derecha sujeta un vajra (rayo) que enfatiza el poder para traspasar las oscuridades de lo ilusorio. Vajrapani tiene una imagen colérica pero, como representación de la mente iluminada, se halla totalmente libre de odio.


Su mantra es, sencillamente, su nombre, que significa “el que esgrime el rayo” y va enmarcado entre las sílabas místicas Om y Hum. Este mantra nos ayuda a acceder a la energía irreprimible que simboliza Vajrapani. Por supuesto que si estamos familiarizados con Vajrapani resultará mejor esta práctica, aunque el sonido del mantra es, de por sí, muy energético.

martes, 13 de enero de 2009

KADAMPA


ATISHA


El budimo kadampa es una tradición de budismo mahayana fundada por el gran maestro indio Atisha (982-1054).

Ka se refiere a todas las enseñanzas de Buda, y dam, a las instrucciones especiales del Lamrim, las etapas del camino hacia la iluminación, que Atisha enseñó. Por lo tanto, los practicantes de budismo kadampa integran en el Lamrim todas las enseñanzas de Buda que han aprendido tomándolas como consejo personal y practicándolas.

Los budistas kadampas integran su conocimiento de todas las enseñanzas de Buda en su práctica del Lamrim, y esta en su vida diaria. De este modo, transforman todas sus actividades en el camino hacia la iluminación.

Los grandes maestros kadampas

Después de Atisha, el linaje kadampa se transmitió a través de una sucesión de maestros kadampas, como Dromtompa, Gueshe Potoua, Gueshe Sharaua, y Gueshe Chekhaua.

Los maestros kadampas eran famosos por ser grandes eruditos y practicantes espirituales puros y sinceros.

En especial hicieron hincapié en la práctica del adiestramiento de la mente (tib.: ­Loyong), con la que podemos transformar todas nuestras experiencias de la vida diaria, y en particular, nuestros problemas, sufrimientos y dificultades en el camino espiritual.

Los nuevos kadampas

El linaje kadampa ha sido transmitido de generación en generación hasta el siglo catorce cuando llegó al gran maestro budista Yhe Tsongkhapa.

Yhe Tsongkhapa clarificó todas las enseñanzas del Dharma kadam haciéndolas accesibles a las personas de aquellos tiempos.

En particular, enseñó cómo combinar el Lamrim y el Loyong con el Mahamudra tantra en una práctica diaria unificada.

Así como la unión del estudio y la práctica fue el distintivo de los primeros kadampas, la unión del sutra y del tantra es el de los nuevos kadampas, como se conocen los seguidores de Yhe Tsongkhapa.
Budismo kadampa moderno

Después de Yhe Tsongkhapa, el nuevo linaje kadampa floreció durante cientos de años hasta hoy día.

En los últimos años, ha sido difundido extensamente por todo el mundo por el maestro budista contemporáneo, el venerable Gueshe Kelsang Gyatso.

Al fundar la Nueva Tradición Kadampa, la Unión Internacional de Budismo Kadampa, Gueshe Kelsang ha creado una infraestructura global para la preservación y promoción del budismo kadampa para las generaciones venideras.

lunes, 12 de enero de 2009

BUSCANDO UN REFUGIO INTERIOR




Por el XlVº Dalai Lama, Tenzin Gyatso.



Desde el punto de vista budista, la mente de una persona común está debilitada y distorsionada por la fuerza de los errores y los conflictos emocionales que acarrea en sí misma. Por esta debilidad y distorsión es incapaz de ver las cosas tal y como ellas son. Lo que percibe es una visión deforme y determinada por sus propias neurosis emocionales y sus prejuicios.
El propósito del budismo, como religión, es eliminar de la mente esos elementos distractivos y facilitar así, una percepción válida.
Mientras que tales elementos distorsionantes no hayan sido arrancados de raíz , la percepción de la persona siempre estará empañada. Pero una vez que los errores sean eliminados, el individuo entrará en un estado en el que la realidad es percibida siempre tal y como es.
Entonces, al existir la mente en perfecta sabiduría y liberación, el cuerpo y la palabra fluyen de un modo perfectamente positivo y natural.

Los tibetanos somos afortunados por haber nacido en una sociedad donde el conocimiento espiritual, estaba al alcance y era altamente apreciado. Sin embargo, por el hecho de haber nacido en un medio así, quizá algunas veces lo dimos como garantizado. El mismo Buda dijo: "comprueba mis enseñanzas como un mercader de oro analiza antes de aceptarlo y comprarlo". El Buda enseñó durante un largo tiempo a gentes de todo tipo y nivel de inteligencia. Consecuentemente, cada una de sus enseñanzas debe ser cuidadosamente calibrada en su significación para determinar si es cierta literalmente, o sólo en circunstancias particulares o a seres de limitado entendimiento.
Aceptar cualquier doctrina o aspecto de ella sin analizarla será como construir un castillo sobre hielo. Haciéndolo así, la práctica de la persona permanecerá siempre inestable y carecerá de la fuerza y profundidad necesaria.

También es un error practicar sin un entendimiento y conocimiento de la doctrina. El practicante debe saber muy bien lo que hace y por qué lo hace. Aquellos que somos monjes o monjas, y que dedicamos nuestra vida entera la práctica del Dharma (enseñanzas del Buda), debemos ser muy cuidadosos en practicar inmaculadamente. La Sangha (comunidad de practicantes) es muy importante para la estabilidad de la doctrina, por lo tanto, debemos hacer todo lo posible para emular al mismo Buda. Cualquiera que considere la posibilidad de ordenarse, debe, en primer lugar, pensarlo muy bien; no hay necesidad alguna de hacerse monje, para convertirse en un monje inferior. La Sangha tiene responsabilidad de ser la encarnación de los preceptos. Si lo que en el fondo se desea es continuar viviendo la vida ordinaria, es mejor no hacerse monje, dejar la ordenación para aquellos de mayor inclinación espiritual y practicar simplemente como un laico lo mejor que se pueda.

Todas las religiones del mundo son parecidas, en cuanto que proveen los métodos para cultivar los aspectos positivos de la mente y eliminar los negativos. El budismo es una religión de un carácter particular, de un especial sabor, debido a que, habiéndose desarrollado en la India, cuando ésta era un país de un elevado nivel espiritual y filosófico, presenta tanto un abanico completo de ideas espirituales, como métodos de aproximación racional al desarrollo del espíritu.

Esto es particularmente importante en nuestra era, en la que se concede a la mente racional tal relevancia. Debido a esta faceta de racionalidad, el budismo encuentra muy poca confrontación con el mundo moderno. En verdad, muchos de los hallazgos de la ciencia moderna, tales como los de la física nuclear, que son considerados como nuevos descubrimientos, han sido debatidos hace mucho tiempo en las antiguas escrituras budistas. Debido a que el último consejo de Buda fue que no aceptaran nada por la simple fe, sino mediante la investigación racional. Así el mundo budista ha mantenido muy vivo, dentro de su ámbito, el espíritu de investigación.

Que una persona sea budista o no, viene determinado por si ha tomado refugio o no en las Tres Joyas Budistas (El Buda, El Dharma y La Sangha -la comunidad de practicantes-) de una forma pura, desde lo más profundo de su corazón. Por el mero hecho de recitar oraciones budistas, jugar con rosarios mántricos o caminar alrededor de los templos, no se es budista. Incluso un mono puede ser adiestrado en estas cosas. El Dharma es una cuestión de mente, de espíritu, no de actividades externas. Es por esto que para ser budista, uno debe entender exactamente lo que son las tres Joyas: El Buda, el Dharma y la Sangha, y cómo se relacionan con la propia vida espiritual. Se dice, que el Buda es el maestro, el Dharma es camino y la Sangha los compañeros espirituales que ayudan a recorrerlo.

De estos tres, el más importante para nosotros como individuos, es el Dharma, porque en última instancia sólo nosotros podemos ayudarnos a nosotros mismos. Nadie puede alcanzar la Iluminación por nosotros o cedérnosla. La Iluminación llega para aquellos que
practican bien el Dharma, para los que toman el Dharma y lo aplican en el desarrollo de su propio continum mental. De las tres Joyas, es el Dharma el refugio último. Escuchándolo, reflexionando y meditando, nuestras vidas pueden devenir una con él y la Iluminación puede ser una posibilidad inmediata.

La mente de una persona ordinaria es indisciplinada y
descontrolada. Para ser capaces de enfrentarnos a prácticas budistas más elevadas, tales como el desarrollo del samadhi o la visión
profunda de la vacuidad, o comprometernos en los métodos yóguicos de los diferentes sistemas tántricos, debemos, primeramente, desarrollar
una mente disciplinada. Con refugio y autodisciplina como bases, podremos fácilmente desarrollar una experiencia progresiva en prácticas dhármicas más elevadas. Sin un fundamento de disciplina, las prácticas elevadas no fructificarán. Todos desean practicar las técnicas más elevadas, pero debemos preguntarnos si antes hemos dominado los prerrequisitos elementales, como la disciplina. El objetivo del Refugio es transformar a la persona ordinaria en un Buda. Una vez que esto se ha conseguido, el propósito del refugio ha sido cumplido. En el momento en que nuestra mente deviene Buda, nuestra palabra se convierte en el Dharma y nuestro cuerpo en la Sangha.

La esencia del Dharma es el desarrollo de la mente, ya que todo el Karma negativo y positivo acumulado mediante las acciones de la palabra, el cuerpo, es originado y dirigido por la mente. Si no desarrollamos una alerta consciente de nuestros procesos mentales y la habilidad de cortar las tendencias negativas del pensamiento en el
momento mismo en que nacen, veinte años de meditación en una cueva remota serán de muy poco valor. Antes de la cueva, debemos buscar las buenas actitudes mentales y desarrollar la capacidad de vivir de acuerdo con el Dharma. Solamente entonces nuestro retiro en la cueva remota será mejor que al hibernación de un oso. Aquellos que hablan de retiros tántricos mientras que las diez acciones positivas, fundamento del Dharma, están aún remotas, no hacen sino reírse de ellos mismos.

Como humanos somos capaces de obtener la Iluminación en una sola vida. Sin embargo, la vida es corta y la mayor parte de elle ha pasado ya. Debemos preguntarnos cuánto hemos progresado espiritualmente. La muerte puede llegarnos en cualquier momento, y
cuando llegue habremos de dejar atrás todo excepto las huellas mentales que nuestras acciones han dejado. Si hemos practicado el Dharma en nuestra existencia, hemos tratado de vivir con las directrices Dhármicas o hemos obtenido realizaciones espirituales, esa energía estará ahí con nosotros. Si por el contrario, nuestra existencia ha sido empleada en la negatividad, la consciencia viajará a mundos futuros y estará inmersa en pensamientos negativos y memorias obsesivas de nuestras andanzas samsáricas.

Ahora que tenemos todavía el poder de practicar el Dharma, debemos hacerlo pura e intensamente. La práctica del Dharma trae la paz para nosotros y para los que nos rodean, e incluso aunque no alcancemos la Iluminación en esta vida, nos proporcionará la joya que satisface todos los deseos, que puede ser llevada a las vidas futuras y ayudarnos en el camino espiritual.

En última instancia, el futuro está en nuestras manos.

La mayoría de las personas hacen los planes más fantásticos para mañana, la semana que viene o el próximo año, pero lo que verdaderamente cuenta es practicar el Dharma aquí y ahora. Si se hace esto, todos los planes serán llevados a cabo. Cuando cultivamos hoy la actividad virtuosa, la ley de la originación dependiente asegura que una corriente de cambio positivo se pone en marcha. Esa es la preciosa característica de la vida humana. La humanidad es capaz de influir dinámicamente en su propio estado futuro mediante la aplicación de la sabiduría discriminativa a todas las actividades del cuerpo, la palabra y la mente. Usar y desarrollar esa sabiduría que distingue correctamente es extraer la esencia misma de la vida humana.

sábado, 10 de enero de 2009

EYELESS IN GAZA

SIN OJOS EN GAZA.

Israel bombardea la pobreza.

SIN OJOS EN GAZA.

EYELESS IN GAZA.

viernes, 9 de enero de 2009

ATI






DZOGCH’EN (Ati Yoga) Gran Perfección

La práctica del dzogch’en o atiyoga se agrupa en tres cuerpos que enfatizan, de modo progresivo: la contemplación y la no acción. Estos cuerpos son: 1. Serie de la mente; 2. Serie de la expansión del espacio primordial; y 3. Serie de la instrucción secreta.

Esta triple división responde al contenido de enseñanza que lleva por título Las tres iniciaciones que aciertan en el punto esencial, de Garab Dorje, el primer maestro budista de la tradición atiyoga, y que dice así: “Primeramente, viene la introducción directa a la verdadera naturaleza de la mente, que es rigpa en sí (serie de la mente); a continuación, no hay que albergar la más mínima duda acerca de su significado (serie de la expansión del espacio primordial); y, por último, se debe continuar en dicho estado en todas circunstancias con una confianza absoluta en la liberación (serie de la instrucción secreta)”. En realidad, el principal discípulo de Garab Dorje, Mañjushrimitra, fue quien estableció la triple clasificación de las instrucciones del atiyoga. Estas tres series de enseñanza no mantienen una relación jerárquica entre sí, sino sólo diferentes estilos de presentación de una misma instrucción.

1. Serie de la mente

El objetivo de la serie de la mente es que el meditante logre descubrir la verdadera naturaleza de la mente, que es el rigpa en sí. Rigpa es un término clave en las enseñanzas del dzogchen que se ha definido como “la pura y total presencia cognitiva”, la perfecta vigilancia del momento presente, de todo o que sucede tanto dentro como fuera de nosotros mismos. Rigpa es el estado de atención total o alerta percepción de todos los fenómenos, tanto internos (pensamientos, emociones, sensaciones e imágenes) como externos (lo percibido a través de los cinco sentidos) en el momento mismo del suceder.

Cuatro Yogas

a) El Primer Yoga: Quietud
El objetivo de este primer yoga implica la capacidad de acceder a un estado de inmovilidad mental, a una condición de profundo sosiego mental en la que desaparecen casi por completo el flujo de pensamientos y que puede conllevar sensaciones de extremo gozo y dicha.
Para la práctica de este primer yoga, se recomienda sentarse en postura de meditación y permitir que la respiración fluya libremente, al tiempo que se mantienen los párpados abiertos y los ojos mirando al frente y ligeramente hacia arriba sin centrar el foco visual.
Sobre este primer yoga puede leerse en un texto de esta tradición: “Sin anticipar el futuro, sin seguir el pasado, sin tratar de corregir o alterar el presente, uno sólo tiene que descansar en la conciencia ordinaria naturalmente libre de conceptos”.

b) El Segundo Yoga: Movimiento
Dado que la función de la mente es conocer y experimentar, no importa cuán profundo sea el estado de inmovilidad mental alcanzado por la práctica de la meditación del primer yoga, tarde o temprano se vera asaltada la conciencia del meditante por un flujo de pensamientos, emociones, sensaciones e imágenes. Esto nos lleva al segundo yoga llamado “movimiento”.
En la práctica de este segundo yoga, no hay que oponerse al movimiento de la mente ni tratar de modificarlo en modo alguno, sino tan sólo prestar una profunda atención al proceso de surgimiento, permanencia y desaparición de los pensamientos, emociones, sensaciones e imágenes que aparecen y desaparecen como un flujo continuo en la esfera de la conciencia. Uno debe permanecer en la vigilancia y observación directa de todo el movimiento de la mente, sin conceptualizar dicho proceso y sin perder la atención del mismo en ninguna circunstancia.

c) El Tercer Yoga: No Dualidad
Cuando se contempla clara y profundamente dentro de la esfera de la conciencia, se percibe que tanto el estado de quietud mental como el de movimiento mental son, no solo transitorios, sino también inseparables del vigilante que los percibe y, por lo tanto, una manifestación de su verdadera naturaleza intrínseca. Se comprende, entonces, la no dualidad entre el perceptor y lo percibido; ya sea lo percibido quietud mental o movimiento mental, el perceptor que percibe es inseparable de lo percibido. Debido a esto, se comprende que no hace falta ejercer ningún esfuerzo adicional para deshacerse de los pensamientos, las emociones conflictivas y el resto de experiencias que suceden en la esfera de la conciencia, porque aparecen y desaparecen simultáneamente como trazos en el agua.

d) Cuarto Yoga: Realización Espontánea
Este cuarto yoga implica la plena consolidación de la contemplación no intencional, como una acción impremeditada que no dirige la atención hacia algo en especial, sino que permanece absolutamente vigilante de todo lo que aparece y desaparece en la esfera de la conciencia. Es por esto que a este cuarto yoga se le conoce como “carente de meditación y de distracción”. La correcta compresión de la verdadera naturaleza de la mente implica que ya no es necesario adoptar una actitud especial externa o interna para la práctica, sino que absolutamente todo lo que uno hace durante la vida cotidiana, ya sea caminar, comer, hablar, sentir, pensar, etc., se convierte en objeto de contemplación.

2. Serie de la Expansión del Espacio Primordial

El objetivo de la serie de la expansión del “espacio primordial” o rigpa, es seguir adiestrando a la conciencia para que sea capaz de reconocer y preservar en toda circunstancia su estado natural, que es el rigpa en sí.

Cuatro Indicadores

a) Primer Indicador: No Conceptualización
Para la práctica del primer indicador el cuerpo debe permanecer inmóvil sentado en estado de meditación, los párpados permanecen abiertos y los ojos hacia el espacio abierto mientras permitimos que los pensamientos, las emociones y sensaciones se desenvuelvan libremente.

b) Segundo Indicador: Claridad
La práctica del segundo indicador implica que no hay que bloquear los sentidos sino dejarlos relajados, y que todo lo que aparece en la esfera de la conciencia, tanto externo como interno, pasa a formar parte de la contemplación.

c) Tercer Indicador: Gozo
Permaneciendo en estado de rigpa el meditante debe ejercer una ligera retención de la respiración y en ocasiones un suspiro profundo y lento, a fin de suscitar diferentes sensaciones de gozo y dicha.

d) Cuarto Indicador: Unión
La práctica del cuarto indicador implica la aplicación simultánea de los tres indicadores previos.

3. Serie de la Instrucción Secreta

Consejos de Carácter Empírico Para Integrar más Profundamente el Estado Contemplativo de Rigpa. El objetivo de la serie de la instrucción secreta es alcanzar la síntesis de las prácticas anteriores y permanecer en dicho estado de rigpa. El maestro Garab Dorje alcara esto al decir que uno debe “continuar en el estado natural en todas las circunstancias, con una confianza absoluta en la liberación”. Para lograr que el discípulo permanezca en el estado natural de la mente o rigpa, utiliza consejos de carácter empírico para integrar más profundamente el estado contemplativo.

गुरु





GURU ES BUDA
GURU ES DHARMA
GURU ES SHANGA

Me refugio en tí, maestro.

jueves, 8 de enero de 2009





SENDA DE LUZ Gueshe Tamding Gyatso.

Las Etapas del Camino ( Lam Rim ) fue compuesto en el siglo once por el gran Maestro, Atisha, que de manera fácil de entender y poner en práctica, reunió hábilmente todas las enseñanzas del Buda. Senda de Luz es uno de los comentarios más claros y extensos del Lam Rim disponible en castellano. Proporciona consejos detallados sobre cómo preparar la mente para la meditación y dirige al practicante a través de cada etapa hasta llegar a la Iluminación.

miércoles, 7 de enero de 2009

MAESTRO



GUESHE TAMDING GYATSO

Gueshe Tamding Gyatso nació en Kham (Tíbet) en el año 1927. Realizó sus estudios en Ganden Shartse, una de las tres principales Universidades monásticas del Tíbet, hasta el momento de la invasión china en 1959, año en el que se exilia a la India. Es monje desde los 11 años, edad en la que empieza a memorizar numerosos textos para, posteriormente, adentrarse en el estudio de la filosofía y psicología budistas. En 1976, obtiene su graduación en el más alto grado de Gueshe Lharampa con calificaciones sobresalientes.

Recibió numerosas enseñanzas de Su Santidad el Décimocuarto Dalai Lama y de sus dos tutores Ling y Triyang Rimpoché, de Zemei Rimpoché, de Thayab Tobden Rimpoché y en especial de S.S. Song Rimpoché con quien tuvo una conexión muy estrecha y del que recibió numerosas transmisiones de Sutra y Mantra Secreto, tanto en el Tíbet como en la India. Bajo la tutela de Song Rimpoché, Gueshe Tamding realizó su adiestramiento tántrico, llevando a cabo numerosos retiros de distintas deidades de meditación.

Desde 1987 fue Maestro residente del Instituto Ganden Choeling de Ciudadela (Menorca) y falleció en el año 2002. Desde aquí pedimos que se vuelva a reencarnar pronto y regrese a España.
Estuvo en Córdoba en varias ocasiones. En una de ellas, quedé "enamorado" de gueshela.

lunes, 5 de enero de 2009

JOKHANG






Incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2000 como parte del Palacio Potala, el templo Jokhang está situado en el centro de Lhasa, capital del Tíbet. Con un área de 25100 metros cuadrados, el es destino por excelencia de los peregrinos tibetanos.

La Dinastía Tang (618 - 907), se caracterizó por su gran prosperidad económica y su gran progreso político. Durante ese tiempo, China fue considerada como el centro cultural y político del mundo. El rey Songtsem Gampo (617 – 650, el rey 33º del Tíbet) era el gobernante del reino Tubo (o reino tibetano). Promovió activamente el budismo en el Tíbet durante y bajo su reinado, el país alcanzó un gran progreso en políticas sociales se realizó la primera unificación del Tíbet. Para alcanzar relaciones cordiales con los países limítrofes, desposó consecutivamente primero a la princesa Bhrikuti de Nepal, y a la princesa Wen Cheng de la Dinastía Tang. Cuando ambas mujeres llegaron al Tíbet, cada una trajo consigo una estatua de Jowo Sakyamuni. En aquella época la mayoría de los habitantes de la región eran pueblos nómadas que vivían en tiendas, y había muy pocos palacios. Para guardar el buda traido por la princesa Wen Cheng, el rey Songtsem Gampo ordenó construir construir un pequeño palacio. La princesa Burikuti, celosa, pidió entoces a Gampo que construyera otro palacio para ella, dando luegar al gugantesco compleajo levantado en el año 647.

El complejo original incluía solamente ocho santuarios. Tras múltiples remodelaciones, la mayoría llevadas a cabo durante la dinastía Yuan (1206 - 1368), la Dinastía Ming (1368 – 1644) y la dinastía Qing (1644-1911), el complejo fue creciendo hasta alcanzar la escala actual.

El Templo Jokhang fue contruido donde antes había un lago. Según la leyenda este lugar fue elegido tras sucesivos intentos fallidos de construir un templo en la región. Previo a esto, todos los templos contruidos se derrumbaban. Confundidos por este fenómeno, la princesa Bhrikuti recurrió a Wen Cheng en busca de ayuda. Wen Cheng, que era una mujer muy preparada, le contó a la princesa que la geografía del Tibet era como una arpía, fuente de maldiciones, con el lago como corazón. Para construir el templo, Wen Cheng aconsejó que para destruir a la arpía debían llenar el lago para después vaciarlo, usando 1000 obejas para llevar tierra desde una montaña lejana. Cuando el templo fue finalizado se le dio el nombre de Ra-Sa-Vphrul-Snang ('ra' significa oveja y 'sa' tierra, en tibetano) para honrar a esos animales.
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Sea cierta o no la leyenda, el templo trajo el budismo al Tíbet y lo hizo parte inseparable de su historia y cultura. La ciudad de Ra-Sa fue creciendo alrededor de templo a lo largo de los siglos, convirtiéndose en la actual Lhasa, tierra sagrada del budismo tibetano.

sábado, 3 de enero de 2009

SAKYAMUNI




LOS ORÍGENES DEL BUDISMO

El budismo es una tradición espiritual de gran importancia a escala mundial, fundada en el noreste de la India. Se basa en las enseñanzas de Siddhartha Gautama, más conocido como Buda o El Iluminado.

Se originó como un movimiento monástico dentro de la tradición brahmánica dominante en aquel entonces, aunque rápidamente el budismo se fue desarrollando en otra dirección, adquiriendo características propias. Buda no sólo no compartía algunos aspectos muy significativos de la filosofía hindú, sino que también desafiaba la autoridad de sus sacerdotes, y estaba en contra de los sacrificios al culto en los que se basaban estas escrituras. Además Buda abrió su movimiento a personas de todas las castas sociales, rechazando abiertamente la idea de que los asuntos espirituales de las personas estuvieran determinados por la condición social dentro de la que nacen.

Hoy en día, el budismo está dividido en dos grandes ramas: el Theravada (Camino de los Ancianos), y el Mahayana (Gran Vehículo). En algunas ocasiones se hace referencia al Theravada usando el nombre de Hinayana o Pequeño Vehículo.

El budismo ha tenido una influencia muy fuerte no sólo en la India, sino también en países tales como Sri Lanka, Tailandia, Camboya, Birmania y Laos, donde la rama predominante es la Theravada. Por su parte, la rama Mahayana ha tenido una especial influencia en China, Japón, Taiwán, Tíbet, Nepal, Mongolia, Corea y Vietnam, así como en la India. Se estima que el número de miembros de la religión budista que hay en el mundo, oscila entre los 150 y los 300 millones. La razón por la que existe una diferencia tan grande en esta estimación se debe a dos causas: en gran parte de Asia la afiliación religiosa tiende a no ser exclusiva; y resulta especialmente difícil poder estimar la influencia del budismo en países comunistas como China.

ENTORNO HISTÓRICO y CULTURAL de la VIDA del BUDA

El siglo VI a. C. fue una época de gran agitación y actividad religiosa e intelectual en la India, comparable sólo a la que se pudo encontrar en Grecia en la misma época. Como ejemplo de esa especulación y esa efervescencia cultural e intelectual el "Brahmajãlasutra" nos ha dejado toda una serie de interrogaciones y problemas que los sabios indios de aquella época se planteaban y discutían: ¿El mundo es finito o infinito? ¿Eterno o limitado? ¿El espíritu (Ãtman?) del hombre es eterno o limitado? ¿La materia y el espíritu están causados por cualquier otro ser o son creados sin causa? ¿El espíritu subsiste a la muerte? Y si subsiste de que forma ¿consciente o inconsciente? . El problema central seguía siendo el hombre, siempre como objeto de conocimiento y centro de toda especulación.

La elite espiritual estaba compuesta esencialmente por Brahmanes y Sramanas. Los primeros formaban la casta sacerdotal, defensores de la ortodoxia brahmánica, expertos en las complejas técnicas del sacrificio y la liturgia. Obsesionados por los problemas técnicos del sacrificio y del ritual crearon una religiosidad completamente alejada de los sentimientos populares.

Los sramana era la denominación que recibían los ascetas errantes, que cansados ya del ritualismo sacerdotal se retiraban a los bosques renunciando a las vanidades del mundo como a los sacrificios y ceremonia de los Brahmanes De espíritu libre e independiente, intentaban buscar por su cuenta las respuestas a las grandes preguntas que, como las anteriores, se formulaban en aquella época. Tal y como defiende P. Harvey y A. Bareau el Budismo en sus orígenes tuvo mucho que ver la existencia de estos grupos de ascetas.

Con los sramana se introduce una concepción de la realidad alejada ya del optimismo de los Veda. Se producen profundos cambios en nociones tan importantes como es la reencarnación.

Entre los brahmanes y los laicos la perspectiva del renacimiento estaba generalmente aceptado con un cierto toque de optimismo, porque el cumplimiento de ciertos ritos dedicados a este fin eran suficientes para garantizar una nueva vida, una nueva reencarnación en condiciones muy favorables. En los Brãhmana se denominaba Karman a todo ese sistema de ritos y sacrificios que producían otro renacimiento; los ritos producían toda una serie de efectos que resultaban inevitables. Algo parecido a que “quien sacrifica obtiene lo que pide, la riqueza, la inmortalidad...”

Mediante el sacrificio, el sacrificante conseguía que su ãtman sobreviviese a la muerte, pero después vendría otra vida y otros actos y de esa manera se introducía en una espiral sin solución.

Al lado de esta concepción ritualista defendida por los brahmanes, creció otra concepción nacida de las nuevas especulaciones de los ascetas, donde el renacimiento no dependía tanto de los sacrificios como del valor moral de los actos, karman.

Los ascetas veían, sin embargo, con horror la cadena infinita de reencarnaciones y buscaron desesperadamente los medios necesarios para romper esa continua rueda de nacimientos y muertes, samsãra. En las Upanishads empiezan a describirse las primeras conclusiones y análisis. Así la avidya , karman y samsãra constituyen un circulo vicioso del cual no podemos salir y las Upanishads proponen, y nos muestran un camino hacia la liberación, moksha , que es el camino del saber (vidya). Mediante el conocimiento (jñãna) intuitivo de la realidad última del universo y de nuestro yo obtendremos el verdadero saber con que romper la ignorancia que nos impulsa a actuar, con lo cual lograremos reducir nuestro karman y escapar de las redes del samsãra.

Junto a la gran tradición ritualista del brahmanismo había surgido la gran especulación intelectual de las Upansihads. Buda era, sin duda, conocer de las corrientes de pensamiento de su tiempo, y por lo tanto conocedor de los escritos upanishadicos, de la vía intelectual hacia la liberación.

El Buda Shakyamuni incorporó a su pensamiento la estructuración de la realidad proyectada por el hinduismo. Situó a una realidad absoluta, incognoscible, impenetrable, como principio (Brahman hinduista o el Nirvana Budista); y a una ignorancia como base (avidya) la cual nos encubre la realidad última y verdadera del mundo y de nosotros mismos frente a la realidad relativa. Esta realidad relativa es un desdoblamiento de la realidad absoluta desde su unidad a la multiplicidad, desde lo no formal perteneciente a los dioses superiores a lo formal grosero perteneciente a lo corpóreo, pasando por lo formal sutil (correspondiente a los dioses inferiores, entidades subhumanas, lo mental humano, y los entes demoníacos).

Esta realidad relativa evoluciona en Kalpas o ciclos que constituyen el Samsãra, una corriente de muertes y nacimientos sucesivos, determinada por la perturbación dolorosa o duhkha y la impermanencia o anitya, y dirigida por un principio causal o Karman, que une cada acción con sus resultados a través de los siglos.

Ahora bien, donde el Budismo se diferencia fundamentalmente del hinduismo, es su interpretación del principio del "yo". El Budismo nos habla de la inexistencia del yo, del Anãtman, sin alma, en contraposición al Ãtman hindú. En el hombre no hay nada permanente, está compuesto de cinco elementos? o skandhas: 1) el cuerpo y los sentidos; 2) los sentimientos y las sensaciones; 3) la percepción sensorial; 4) las voliciones y las facultades mentales, y 5) la conciencia o razón. Todos ellos conforman al hombre como un ser único, pero no son permanentes, cambian continuamente, y se disuelven tras la muerte. Por lo tanto, el yo, no tiene sentido en este pensamiento porque su existencia no es real, el hombre no es más que un conglomerado de estos agregados. De todo lo que sobrevive, lo único que se transmite en el siguiente nacimiento es el Karman acumulado en esta vida, todo lo demás es impermanente, no existe ningún yo eterno, como tampoco existe ningún ser eterno, ninguna personalidad permanente, divina o humana.

Todo lo constituido es impermanente, todo lo constituido entraña sufrimiento, todo es sin entidad. Sólo la ignorancia o avidya puede ver en el yo una sustancia permanente, esa alma humana que nos trasciende en la muerte. Pero es esa ilusión que se esconde tras la ignorancia la que hay que eliminar para poder obtener la liberación definitiva.

El Buda Shakyamuni era un personaje de su época y todas estas influencias y divergencias no hacen más que demostrar que ningún pensamiento puede trascender su propio tiempo.

En el estudio del Budismo y más concretamente del Budismo Mãhãyana, no podemos olvidar la figura histórica, intelectual y espiritual del Buda Shakyamuni. No hacer referencia a ella quizás nos hiciera perder la perspectiva del significado del Budismo en su nacimiento y posterior desarrollo.

LA VIDA del BUDA

ImageEl Buda Shakyamuni desde su vertiente como personaje histórico nos llena de profundas dudas; hay muchos interrogantes sin resolver, muchos hechos sin demostrar y pocas evidencias de casi todos los aspectos de su vida. Todas las referencias directas que sabemos de Él son gracias al testimonio recogido por terceras personas, pues no se guarda, ni se ha encontrado ningún escrito legado por el mismo Buda.

Los primeros textos budistas no ofrecen una biografía del Buda detallada, sólo recogen algunos aspectos esenciales, dándole, sin embargo, mayor importancia a sus enseñanzas y su mensaje.

No hubo una biografía completa de la vida de Buda sino hasta siglos después de su muerte. En las primeras fuentes de información, sólo se pueden encontrar algunos episodios fragmentados de su vida. Sin embargo, los estudiosos occidentales generalmente están de acuerdo en señalar que Buda habría nacido en el año 563 a.C.

No fue hasta más tarde cuando la persona del Buda Shakyamuni y su biografía cobraron interés, lo que llevó a varias escuelas a componer biografías completas basadas en extractos de Sutras y de probables tradiciones orales.

Entre estas "biografías" se encuentran el "Lalitavistara" de los sarvãstivãdines, que relata la vida del Buda, narrada por Él mismo a sus discípulos en un estilo poético y fantástico. El "Nidãnakathã" de los theravãdines, que recogen la genealogía del Buda y su vida. Fuera ya del Canon, el poeta y filósofo del siglo I a. C., Ashvaghosha, nos ha dejado su biografía en verso, el Buddha-charita.

Tras revisar algunas de estas biografías podemos comprobar la coincidencia de algunos de los aspectos más importantes de la vida del Buda, de lo que podemos deducir que parecen estar basadas en acontecimientos históricos. Aunque volvemos a repetir que el personaje histórico del Buda está recubierto por una espesa capa de incertidumbre que nos aboca más a la leyenda que a la realidad. Podemos saber sin embargo en un umbral de certeza que fue un personaje que predicó una doctrina buscando un nuevo camino paralelo al del hinduismo tradicional, basándose en las Cuatro Nobles Verdades acerca del sufrimiento y en el Nirvana como el estado que libera de la cadena de renacimientos; reunió en su entorno un gran número de seguidores que constituyeron la Sangha, o cuerpo monástico mendicante, y que todo ello dio origen a un gran movimiento denominado Budismo.

Se dice que el Buda Shakyamuni nació en la pequeña república de los Sakya que en la actualidad se localiza en la frontera con Nepal, y cuya capital era Kapilavastu. Nació a mediados del siglo VI a. C. (563?) era el heredero de una familia rica e influyente, algunos nos presentan a su padre como un Rey, aunque lo más probable es que se tratara de un noble local. Así, la infancia y juventud de Siddhartha Gautama transcurrió en el ambiente lujoso propio de su familia, protegido por su padre que lo mantenía encerrado en sus palacios, rodeado de placeres y alejado de la visión de la miseria humana. Pero un día al salir a la ciudad y contactar con la realidad tomó conciencia de hechos imponderables como la vejez, la enfermedad y la muerte. A los 29 años Siddharta renunció a su familia, a su riqueza y a sus tierras para llevar una vida de asceta errante.

Cuentan los Sutras que durante unos años buscó la verdad entre maestros de los que pudiera aprender las técnicas espirituales y las filosofías abstractas. Pero habiendo experimentado con los métodos de la práctica religiosa de su época, Siddhartha pasó a probar la vida ascética como ruta alternativa hacia su objetivo. Pero después de pruebas terribles y al borde de la muerte comprendió que su búsqueda era inútil por ese camino y a partir de ese momento descubrió "la vía intermedia" aquella que se alejaba tanto de los placeres como de las mortificaciones inútiles. Siddhartha tenía ya 35 años y no había alcanzado todavía la liberación cuando sentado bajo una higuera (Bodhi o el árbol de la iluminación) decidió no volver a levantarse hasta alcanzar la liberación total. Allí, en un lugar que en la actualidad se llama Bidh-Gaya, permaneció más de cuatro semanas hasta que un amanecer alcanzó la iluminación; comprendió la realidad de la existencia, la visión del renacer de los demás de acuerdo con su Karman, el origen del sufrimiento causado por el deseo, la realidad del cese de éste y la realidad del camino que conduce a la liberación. Buda se había iluminado finalmente, se había convertido en “el despierto”, había traspasado por fin la barrera del sufrimiento y la angustia que afligían al resto de los seres vivos y ya era capaz de alcanzar la liberación, el nirvana.

Pero después de reflexionar sobre su iluminación, consideró la posibilidad de enseñar a otros a pesar de que la verdad que había experimentado era muy profunda, sutil y más allá de la razón. Decidido a propagar el Dharma abandonó la higuera de la sabiduría y se dirigió al parque de las gacelas, cerca de Benarés, donde predicó su primer sermón y donde por primera vez expuso las cuatro nobles verdades y el Noble Camino Óctuple. Después el Canon sólo proporciona referencia ocasional respecto a los hechos ocurridos en el lapso de tiempo que discurre desde que empezaron las primeras ordenaciones hasta el último año en la vida del Buda. La idea que se recogen en esos escritos es la de un predicador que dedicó su larga carrera de enseñanza a recorrer a pie y con pocas posesiones la cuenca del Ganges, acompañado siempre por sus discípulos y dispuesto a impartir sus enseñanzas a cualquier persona que lo necesitase, desde un Rey a una cortesana.

El Maha-paranirvana sutra recoge los últimos días de la vida del Buda, el cual terriblemente enfermo y con ochenta años de edad murió en Kushinagara (la actual Kasia, en el estado indio de Utar Pradesh, cerca del Nepal) en el año 483? a. C. Obteniendo el paranirvana. Su cadáver fue incinerado y sus cenizas repartidas entre numerosos seguidores de distintas regiones, que las conservaron como reliquias en túmulos y stupas dando lugar a sitios que más tarde se convertirían en centros de peregrinación.

jueves, 1 de enero de 2009

PAZ


Las enseñanzas de Buda son extensas. Sólo las “palabras de Buda” llenan más de cien volúmenes. A continuación, los comentarios y tratados de los grandes eruditos indios ocupan más de doscientos volúmenes, y ello sin contar todas las obras de los grandes maestros tibetanos.
Pero aún siendo así, las enseñanzas de Buda pueden ser sintetizadas de una forma muy profunda. Recuerdo que mi maestro, Dilgo Khyentse Rimpoché solía decir:

“Las enseñanzas de Buda son al mismo tiempo ‘extensas’ y ‘profundas’: ‘extenso’ se refiere al enfoque del erudito, del pandita, y ‘profundo’ al del yogui.”

Cuando se le pidió a Buda que resumiera sus enseñanzas, dijo:
No cometer ni una sola acción negativa,
Cultivar un tesoro de virtudes,
Domesticar esta mente nuestra;
Ésta es la enseñanza de todos los Budas.


“No cometer ni una sola acción negativa” significa abandonar las acciones
malsanas, perjudiciales y negativas, que son la causa del sufrimiento, tanto para nosotros mismos como para los demás. “Cultivar un tesoro de virtudes” es adoptar acciones positivas, benéficas y sanas que son la causa de la felicidad, una vez más, tanto para nosotros mismos como para los demás.
Sin embargo, el punto más importante es “domesticar la mente”. De hecho,
maestros -como Ñoshul Khen Rimpoché-, dicen con frecuencia que esta frase por sí sola capta la esencia de las enseñanzas de Buda. Porque si podemos comprender la verdadera naturaleza de nuestra mente, ahí radica el punto esencial, tanto de las enseñanzas, como de toda nuestra existencia.

La mente es la raíz de todo: creadora de la felicidad y creadora del sufrimiento, creadora del samsara y creadora del nirvana. En las enseñanzas tibetanas, a la mente se la llama “el rey responsable de todo” – kun ye gyalpo-, el principio universal que lo rige todo. Tal como el gran Guru Padmasambhava dijo: “No intentes cortar la raíz de los fenómenos, corta la raíz de la mente”. Esta es la razón por la que encuentro tan evocadoras estas palabras de Buda: “Somos lo que pensamos, y todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos el mundo. Habla o actúa con una mente pura y la felicidad será el resultado”. Si tan solo pudiéramos recordar esto y guardar nuestro corazón y nuestra mente puros, la felicidad se produciría de verdad. Por lo tanto, todas las enseñanzas de Buda están enfocadas hacia el entrenamiento de la mente, y mantener el corazón y la mente puros.

Esto empieza por la práctica de la meditación. Con ello permitimos que todos
nuestros pensamientos y emociones turbulentas se sosieguen tranquilamente en un estado de paz natural. Como Ñoshul Khen Rimpoché decía:

Descansa en la gran paz natural, mente exhausta, golpeada incansablemente por el karma y las ideas neuróticas, como el furor implacable de las olas en el infinito océano del samsara. Descansa en la gran paz natural.

¿Cómo se sosiegan los pensamientos y las emociones? Si dejas un vaso de agua
turbia en reposo, sin tocarlo, la suciedad se posará en el fondo, y la claridad del agua se hará evidente. Del mismo modo, en la meditación permitimos a nuestras ideas y emociones sosegarse naturalmente, en un estado de confort natural.
Hay un dicho maravilloso de los grandes maestros del pasado. Recuerdo que cuando lo oí por primera vez fue como una revelación, porque en estas dos frases se muestra a la vez lo que es la naturaleza de la mente y como permanecer en ella, lo que constituye la práctica de la meditación. En tibetano es precioso, casi musical: chu ma ñok na dang, sem ma chö na de. A grosso modo significa: “El agua, si no la agitas, se aclara; la mente, cuando no se la altera, encuentra su propia paz natural”.

Lo increíble a propósito de esta instrucción es el énfasis en la naturalidad y en que dejemos que la mente simplemente sea, sin alteraciones y sin cambiar nada en absoluto. Nuestro verdadero problema es la manipulación, la fabricación, y que pensamos demasiado. Un maestro solía decir que la causa primordial de todos nuestros problemas mentales es que pensamos demasiado.

Como dijo Buda: “con nuestros pensamientos creamos el mundo”. Pero si mantenemos nuestra mente en un estado de pureza y le permitimos reposar, tranquilamente, en su estado natural, lo que ocurre al practicar es sumamente extraordinario.

La primera práctica en el camino budista de la meditación se llama “shamata” –en tibetano “shiné”-, morar en calma o “meditación de la tranquilidad.” Cuando empezamos, es una práctica de atención. La práctica de shamata puede ser con un objeto o soporte o sin él. A veces usamos una imagen de Buda como objeto o, al igual que sucede en todas las escuelas budistas, observamos la respiración levemente y con atención. El problema para todos nosotros es que nuestra mente siempre está distraída. Y cuando está distraída, la mente crea pensamientos sin cesar. No hay nada en lo que no pueda pensar o hacer. Si nos fijáramos, veríamos el poco discernimiento que tenemos, y las muchas veces que simplemente dejamos surgir todo tipo de pensamientos y nos perdemos en ellos. Se ha convertido en la peor de todas las malas costumbres. No tenemos disciplina, así como tampoco disponemos de ningún medio para fijarnos en qué tipo de pensamientos nos ocupan; surja lo que surja, nos dejamos arrastrar por una espiral de historias e ilusiones que nos tomamos tan en serio que, no tan sólo nos las creemos, sino que se vuelven parte de nosotros mismos.

Por supuesto, no deberíamos reprimir nuestros pensamientos y emociones, pero tampoco deberíamos complacernos en ellos. Lo que ocurre es que nos hemos complacido en exceso a la hora de pensar. El resultado son las enfermedades mentales, e incluso físicas.
Muchos médicos tibetanos han notado la preeminencia en el mundo moderno de desórdenes debidos a desequilibrios del prana o aire interno, causados por un exceso de agitación, preocupaciones, ansiedad y pensamientos, que se añaden a la velocidad y a la agresividad que dominan nuestras vidas. Lo que necesitamos de veras es tan sólo paz. Es por esta razón que nos damos cuenta que sentarnos, aunque solo sea un momento, inspirar y expirar dejando a nuestros pensamientos y emociones posarse tranquilamente, puede constituir un maravilloso descanso.

Cuando nos abandonamos a la distracción y a pensar en exceso sin prestar
atención, cuando nos perdemos en pensamientos e invitamos a los problemas
mentales y a la angustia, el antídoto a aplicar es la atención. La disciplina de la práctica de shamata es hacer que la mente vuelva una y otra vez a la respiración.

Si estás distraído, en el instante en que te des cuenta, sencillamente vuelve a
centrarte en la respiración. No hay que hacer nada más. Incluso preguntarse: “¿por qué diablos me he distraído tanto?” es otra distracción. La simplicidad de la atención, de volver a traer continuamente la mente a la respiración, la calma progresivamente. Cuando intentas acostar a un niño, lo que le apetece es ponerse a jugar y, si le haces caso, se excitará cada vez más y nunca querrá irse a la cama.

Tienes que cogerlo en brazos y quedarte un rato con él, tranquilamente atento, y entonces acabará por calmarse. Con la mente ocurre exactamente lo mismo: no importa lo agitada que esté, sigue trayéndola de vuelta, una y otra vez, a la simplicidad de la respiración. Gradualmente, la mente se aquietará en la mente.

Al principio, claro, puede que nos sintamos un tanto extraños, creyendo que al observar tenemos el acto de respirar, quién respira y la respiración, cada uno por su lado. Pero lentamente, a medida que perfeccionemos la práctica y que nuestra mente se aquiete, el acto de respirar, quién respira y la respiración se volverán uno y, al final, será como si nos hubiéramos convertido en la respiración.

Los maestros siempre aconsejan que al practicar la meditación del “permanecer en calma”, lo importante es no concentrarse excesivamente. Por esta razón recomiendan poner tan sólo un 25 % de la atención en la respiración. Pero entonces, como puedes haber notado, la atención por sí sola no es suficiente. Mientras que se supone que estás observando tu respiración puede suceder que, tras unos pocos minutos, te encuentres jugando un partido de fútbol o protagonizando tu propia película. Por lo tanto, hay que dedicar otro 25% a una conciencia continua y vigilante que supervisa y comprueba si sigues atento a la respiración. El otro 50% de tu atención lo dejas permanecer, espaciosamente. Por supuesto, la exactitud de los porcentajes no es tan importante como el hecho de que estos tres elementos –atención, conciencia y espaciosidad- estén presentes.


La espaciosidad es realmente maravillosa. A veces, el simple hecho de ser
espacioso basta para sosegar nuestra mente. La espaciosidad capta toda la esencia de la meditación; también es la generosidad de base de la meditación. En la práctica de shamata, cuando conseguimos aliar la espaciosidad a la atención puesta en la respiración, la mente se va calmando progresivamente. Y al calmarse, ocurre algo extraordinario: todos nuestros aspectos fragmentados vuelven a casa y nos unificamos. La negatividad y la agresividad, el dolor, el sufrimiento y la frustración se desvanecen de verdad. Experimentamos una sensación de paz, de espacio y de libertad y, como resultado de este aquietamiento, surge una profunda tranquilidad.

Según vamos perfeccionando esta práctica y nos unificamos con la respiración, al cabo de un tiempo, incluso la respiración en sí como objeto de atención en nuestra práctica, se disuelve y nos encontramos reposando en el momento presente. Este es el estado de estar centrado en un único punto que constituye el fruto y la finalidad de shamata. Permanecer en el momento presente y en la tranquilidad es un excelente logro, pero volvamos al ejemplo del vaso de agua turbia: si la dejas quieta, la suciedad se irá al fondo y el agua recuperará su nitidez, pero a pesar de ello, la suciedad seguirá estando ahí, en el fondo. Si un día la remueves de nuevo, la suciedad se pondrá de manifiesto una vez más. Mientras cultivemos la tranquilidad, es posible que disfrutemos de paz, pero cada vez que nuestra mente se agite un poco, los pensamientos engañosos volverán a invadirnos.

Permanecer en el momento presente de shamata no va a permitirnos evolucionar ni tampoco nos va a conducir a la iluminación o a la liberación. El momento presente se vuelve un objeto muy sutil y la mente que mora en el momento presente, un sujeto sutil. Mientras permanezcamos en el terreno del objeto-sujeto, la mente seguirá en el mundo conceptual ordinario del samsara.

A través de la práctica de permanecer en calma, nuestra mente se ha apaciguado en un estado de tranquilidad y ha hallado estabilidad. Al igual que la imagen de una cámara fotográfica se vuelve nítida al enfocarla, la atención centrada en un punto de shamata, permite que surja una creciente claridad de la mente. Según van desvaneciéndose gradualmente los oscurecimientos y el ego y su tendencia al aferramiento empiezan a disolverse, la “visión clara”, o “vislumbre” de vipashyana, -en tibetano lhak tong- se manifiesta. En ese momento ya no necesitamos el ancla que supone morar en el momento presente y podemos progresar avanzando, yendo incluso más allá de nuestro yo, hacia la apertura que representa la sabiduría que comprende la ausencia de ego. Esto es lo que va a arrancar de cuajo la ilusión y a liberarnos del samsara.

Examinemos el impacto de esto sobre la forma en que manejamos los
pensamientos y las emociones. Al empezar, sin ninguna seguridad o base, nuestros pensamientos nos invaden y nos dispersan; es por esta razón que en la práctica de la atención nos centramos en un objeto: la respiración.

Pero sean cuales sean los pensamientos que surjan, todos surgen de nuestra mente y de ningún otro sitio, de una forma tan natural como los rayos emanan del sol o como hay olas en el océano. Al estar ahora, pues, en un estado de permanecer en calma, todo lo que surge de nosotros –que nunca ha existido al margen de nosotros mismos- va a encontrarse con una persona diferente. Ya no hay razón para tener miedo de perder el equilibrio o de distraernos; no tenemos porque seguir obstaculizando lo que surge, ahora que la apertura de la visión profunda se ha manifestado. Nos hemos convertido en una roca que hace frente al viento y las tormentas, a diferencia de la pluma que éramos antes, arrastrada de un lado a otro por la brisa. Todo lo que tenemos que hacer ahora es mantener nuestra conciencia.

Cuando un pensamiento surja desde el estado de quietud, si simplemente lo reconocemos con esta conciencia, volverá a disolverse en la naturaleza de la mente. Los pensamientos y las emociones se vuelven como las olas en el mar, elevándose y disgregándose de nuevo en su propia inmensidad y nosotros nos volvemos como el mar mismo, extenso, espacioso y plácido. No nos queda nada más por hacer: tan sólo mantener esta conciencia.

Por supuesto, para un principiante el riesgo es que aquello que surja le
Desestabilice y desencadene sus viejas costumbres. En el momento en que lo que surge es visto como algo separado, nos hemos perdido y por lo tanto, en este momento tan crucial antes de que se convierta en un pensamiento, debemos mantener la conciencia. Necesitamos, pues, ser conscientes de nuestra conciencia, contar con un recuerdo natural que nos haga volver en cada ocasión y sin el cual seremos arrastrados.

Lo que estoy describiendo aquí es un proceso que se conoce por quietud,
movimiento y conciencia (ne gyu rig sum), y que adquiere un significado cada vez mayor a medida que alcanzamos etapas más profundas de comprensión. Según avanzamos, permitiendo a lo que surge disolverse y liberarse a la luz de nuestra conciencia, realzaremos y prolongaremos esta quietud, al igual que las olas no hacen más que realzar la belleza del mar. A través de la conciencia de la visión clara y la sabiduría que comprende la ausencia de ego, llegamos a la naturaleza de la mente. Según vayamos progresando, tendremos profundas intuiciones sobre la naturaleza de la realidad, así como sobre nosotros mismos ya que, a medida que la dualidad sujeto-objeto se disuelve, alcanzamos el estado de no-dualidad.

Llegados a este punto, nos encontraremos en un estado de profunda paz. Ñoshul Khen Rimpoché solía hablar de la Gran Paz Natural –rang shin shiwa chempo- , la profunda paz de la naturaleza de la mente, la paz de Madyamika, Mahamudra y Dzogpachempo. Tal como dijo Buda: “el nirvana es la verdadera paz”. Cuando llegas a la paz de la naturaleza de la mente, descubres la extensa expansión de la gran apertura. Es como cuando las nubes se dispersan y dejan al descubierto un cielo abierto infinito; a medida que los pensamientos y las emociones similares a las nubes se disuelven a través de la práctica de la meditación, lo que queda al descubierto es la naturaleza de la mente similar al cielo.
Brillando en este cielo se encuentra el sol de nuestra naturaleza búdica, nuestra bodichita, la esencia de la iluminación. El sol conlleva dos maravillosas cualidades: el calor y la luz. Su resplandeciente luz se asocia a la sabiduría, y su calor al amor y la compasión. Si preguntáramos ¿qué es la mente de Buda?, es exactamente eso: sabiduría y compasión. Y, como las enseñanzas afirman que todos tenemos la naturaleza búdica, todos somos budas en potencia. Cuando purificamos nuestra mente, se convierte en sabiduría y cuando purificamos nuestro corazón, éste se convierte en amor y compasión. Si purificáis vuestros pensamientos, esta inteligencia pura, que deja de estar oscurecida por la ignorancia, es la sabiduría. Cuando las emociones han sido purificadas, surgen en forma de compasión.

Por lo tanto, a través de esta práctica podemos llegar a la pureza profunda de la naturaleza de la mente, esta gran paz de la que Buda habló en el momento de su iluminación, hace aproximadamente dos mil quinientos años, bajo el árbol de Bodi, en el lugar que se conoce hoy en día como Bodgaya. Sus primeras palabras fueron:

“Paz profunda, simplicidad natural, luminosidad no compuesta...”

Con estas palabras, solía decir Dilgo Khyentse Rimpoché, Buda proclamó la esencia de su iluminación, que es el estado de Dzogpachempo, la Gran Perfección. Esta profunda paz es a lo que intentamos llegar a través de la práctica. De hecho, “domesticar la mente” se logra por completo al reconocer esta paz. Fíjate como cuando nos sentimos conmovidos o inspirados por el amor, nos sentimos totalmente desarmados. Del mismo modo, cuando reconocemos la naturaleza de la mente a través de esta práctica, nuestros pensamientos y emociones corrientes se desarman y se disuelven. Entonces un amor y una compasión tremendos irradian de nosotros mismos, al igual que el sol lo hace con todo su calor.

En cuanto entramos en contacto con la pureza de nuestra naturaleza intrínseca, nuestra naturaleza búdica, lo que se pone al descubierto es nuestra bondad fundamental, nuestro buen corazón. Sencillamente, exudamos bondad, compasión y amor. Y así, no sólo entramos en contacto con nosotros mismos, sino que lo hacemos enteramente con los demás. Sientes que realmente eres uno con los demás. Ya no hay barrera alguna que se interponga entre tú y los demás; ni tan siquiera la barrera que pueda haber entre tu y tu mismo. A menudo las barreras, al igual que los problemas, provienen de uno mismo, estamos en guerra con nosotros mismos.

Ahora, con esta práctica, a medida que la tenaza del ego se afloja y que nuestra tendencia a aferrar se evapora, los conflictos, sufrimientos y dolores propios de la fragmentación y de la lucha con nosotros mismos, se disuelven. Por primera vez, un perdón profundo y fundamental hacia nosotros mismos se hace factible. Al mismo tiempo, las esperanzas, miedos y angustias se evaporan, y con ellos todos esos sentimientos -como el estar bloqueado y cerrado en banda, el no estar en contacto ni con nuestros propios sentimientos-, que nos impiden ser felices.
Lo que puede aportarnos esta práctica es increíble. Cada vez que escucho esta enseñanza de Buda, transmitida por los grandes maestros, y siento su autenticidad resonando en mi propio corazón, por la poca práctica que conozco, siento su enorme bendición. Lo más extraordinario es que realmente podemos experimentar la verdad de esta enseñanza. No es algo que se base tan sólo en creencias o en la fe, sino algo que puedes saborear y comprender por ti mismo.
¿Qué ocurrirá cuando lo experimentes? Sentirás la enorme compasión y el amor de los budas y una irresistible gratitud hacia ellos. Y lo que desearás por encima de todo, será compartirlo y ayudar a todos los seres a liberarse del sufrimiento y a adquirir la felicidad última, esta gran paz natural, la paz de Buda. Así que cada vez que experimentes esta clase de paz –aunque sólo sea un poco- en tu meditación, reza desde lo más profundo de tu corazón, como en la práctica de la bodichita, en los preliminares del Dzogchen Longchen Ñingtik:

“Hipnotizados por la inmensa variedad de percepciones que son como el reflejo ilusorio de la luna en el agua,

Los seres vagan sin cesar perdidos en el círculo vicioso del samsara.

Para que puedan encontrar consuelo y bienestar en la luminosidad y el espacio que todo lo abarca de la verdadera naturaleza de sus mentes,

Engendro el amor, la compasión, la alegría y la ecuanimidad inconmensurables de la mente iluminada, la esencia de la bodichita.”

Tu deseo es que todos los seres encuentren paz y felicidad, en la verdadera
naturaleza de su mente. Tengo la impresión de que en este siglo XXI, lo que mucha gente está buscando es la verdad que reside en ellos mismos. Todo el mundo parece preguntarse: “¿Quién soy?” y aspira fervientemente a comprender la autenticidad de su propio ser, más allá del yo egótico.

Mediante esta práctica, puedes llegar a experimentar tu verdadera naturaleza y, cuando la experimentes, tu mayor deseo será que los demás hallen también esta clase de comprensión al saber que, además de mostrarnos quienes somos realmente, esta comprensión nos libera de nosotros mismos.

Me parece importantísimo que contemos con una práctica como ésta. Todos
deseamos paz. Todos ansiamos sentirnos bien, ser un buen ser humano, tener un corazón cálido y ser buenos, pero a menudo no sabemos cómo. Hay demasiadas cosas poblando nuestra mente y nuestro corazón parece estar siempre bloqueado.

No somos libres, y en medio de toda esta confusión, sufrimiento y dolor, perdemos fácilmente las esperanzas y nos sumimos en la desesperación. Sin embargo, el hecho de oír la sabiduría y la compasión presentes en esta enseñanza y saber que empiezan a abrir el ojo de nuestra sabiduría y nuestro corazón y nuestra mente a nuestra verdadera naturaleza y a la verdadera naturaleza de todo, puede llenarnos de alegría, de inspiración y de esperanza.
Mediante la práctica, puede ser que experimentemos un poco de esta paz mental, pero no podemos permanecer indefinidamente en este estado. Volvemos a caer en nuestra forma cotidiana de funcionar y nuestros esquemas mentales, que estaban esperando poder reaparecer. Es ahora cuando debemos estar más atentos que nunca y recordar constantemente que esta mente es como un cristal claro y puro.

Al igual que un cristal adquiere el color de cualquier superficie donde se ponga, la mente se transforma exactamente en lo que permitimos que la ocupe en cada momento. La mente en sí misma está más allá de elección, más allá de la dualidad entre bueno y malo. Como dijo Buda: “con nuestros pensamientos creamos el mundo” y somos los creadores de este mundo que disfrutamos o sufrimos, un mundo de fenómenos kármicos modelado por nuestros pensamientos y actos.

No obstante, una vez que hayas probado un poco de esta paz y adquirido esta
visión, tendrás ganas de hacerte la promesa de no volver atrás nunca más. En la práctica budista de la confesión, que consiste en reconocer y purificar la
negatividad y los errores, se habla de “cuatro poderes”: el poder de la presencia, que hace alusión a la presencia de los Budas; el poder del arrepentimiento, que consiste en el sentimiento de arrepentimiento con respecto a los errores que hayamos cometido; el poder de la resolución que consiste en decidir no volver a hacerlo nunca más; y el poder del método, que es la práctica – sea la que sea – que efectuamos para purificar el daño hecho.

De hecho en la práctica dzogchen confesamos el daño en la Darmadatu, el espacio que todo lo abarca de la naturaleza de la mente. Purificamos todos nuestros pensamientos negativos en la pureza de nuestra naturaleza inherente, y toda su oscuridad es purificada por esta luz. Al confesar, tomamos la firme resolución de no volver a caer en la oscuridad de lo negativo y de mantener nuestro corazón y nuestra mente puros. Porque ahora entendemos más que nunca que “somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos el mundo. Habla o actúa con una mente impura y los problemas serán el resultado... Habla o actúa con una mente pura y la felicidad será el resultado...”

En todo caso, cuando mediante la meditación alcanzas el estado de bondad de la naturaleza de la mente, lo que quiera que digas será bondad, lo que quiera que veas será bondad, lo que quiera que toques será bondad, porque tú serás bondad. Serás naturalmente puro y ello no puede más que manifestarse a través de todo lo que hagas, pienses o digas.

Cuando pienso en Jamyang Khyentse Chöki Lodrö, Dudjom Rimpoché, Dilgo Khyentse Rimpoché y todos los grandes maestros, me pregunto cómo podían ser constantemente como son. ¿Cómo es posible que hagan lo que hagan suponga un beneficio para los seres? La respuesta es: porque se encuentran permanentemente en el estado de bondad. Por eso nos inspiran y nos llenan de esperanza.
Cuando la gente corriente como nosotros ve a Su Santidad el Dalai Lama, se despierta en nosotros la esperanza en la humanidad, y ver que existe semejante ser humano, aporta la comprensión de que nosotros también podemos convertirnos en un buen ser humano como él.

Los grandes practicantes, mujeres o hombres, encarnan este mismo tipo de bondad y hagan lo que hagan resulta benéfico, porque siempre están en este estado, gracias a la disciplina que consiste en mantener la pureza de la mente. No se pervierten bajo ningún concepto, permanecen siempre puros y actúan motivados por esta bondad en la que permanecen sólidamente anclados.

Lo cierto es que a veces nos sentimos en contacto con nosotros mismos, con los demás, con el universo, y tenemos verdaderamente la oportunidad de
experimentar una profunda paz interior. Cualquiera que haya tenido la suerte de vivir un poco esta paz interior, debería de tomar la firme resolución de mantenerla, no sólo por su propio bien, sino por el del mundo. Cuando te encuentras en este estado, lo extraordinario es que, aunque no hagas gran cosa, tu ser por sí mismo puede beneficiar a los demás, sin siquiera pretenderlo, en tanto que mantengas esta bondad y pureza en tu mente y tu corazón, en tu motivación y en tu existencia. Y si queremos infundir una fuerza especial a nuestros actos, podemos invocar la bendición de todos los budas y maestros. Se dice que una de las cualidades de los budas es que en cuanto los invocamos, están ahí. A lo mejor piensas: “¿Cómo puede alguien como yo merecer que los budas le dediquen un poco de su tiempo?”. El mismísimo Buda dijo: “Quienquiera que piense en mí, me tiene enfrente.” Y Guru Padmasambhava prometió: “Nunca estoy lejos de los que sienten devoción por mí, pero tampoco estoy lejos de los que no la sienten”. Tal es
la compasión de los budas.

Buenos o malos en apariencia, todos podemos recibir sus bendiciones. Seamos lo que seamos, sólo es temporal; todas nuestras ilusiones pueden purificarse porque nuestra naturaleza fundamental es buena. Puede que las nubes oscurezcan el cielo, pero basta con ir más allá de ellas para darnos cuenta de que hay un cielo infinito que nunca ha sido tocado por esas nubes. El ejemplo que se usa habitualmente en el dzogchen es el del espejo: nuestra verdadera naturaleza es como un espejo, refleja todo tipo de cosas, pero lo bonito es que lo reflejado jamás podrá ensuciar el espejo. Así que, sea cual sea nuestra apariencia, nuestra verdadera naturaleza es pura e impoluta. Cuando se dice que todos tenemos la naturaleza de Buda, de hecho es cierto. Se dice que ni tan siquiera los budas pueden mejorar la naturaleza de Buda; y que nosotros, los seres humanos, con toda nuestra confusión y negatividad, no podemos empeorarla. Esto significa que es intocable, inmutable, no creada. Es en verdad nuestra auténtica naturaleza, algo que nunca puede ser manchado o menguado. Es una bondad inalterable.