miércoles, 13 de octubre de 2010

Tenemos un nuevo premio Nobel de la Paz; este año no podemos decir que es un premio preventivo, Liu Xiaobo merece con creces este premio. Xiaobo es una de las voces que junto al Dalai Lama, premio Nobel de la Paz 1989, denuncian la violación sistemática de los derechos humanos en China.


Una muestra de la opresión china es la situación del Tíbet, país invadido por China en 1959. En este periodo de tiempo el Tíbet no es un país libre. Desde la invasión, más de un millón de tibetanos han perdido la vida y más de 130.000 han tenido que exiliarse. El suelo tibetano se está utilizando como uno de los cementerios nucleares más grandes del mundo.

Esta es la verdadera cara de los gobernantes de la República Popular China. No es de extrañar que llamen a Liu Xiaobo criminal, lo mismo hacen con el Dalai Lama.

La distinción del Premio Nobel de la Paz a Liu Xiaobo tiene que ser una llamada de atención al mundo, un anhelo de libertad, una petición unánime de todos los demócratas del mundo para decir a China que termine con la represión dentro y fuera de su país.

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