viernes, 29 de julio de 2011

NISARGADATTA

Algunos de ustedes han hablado de la ciencia. La espiritualidad no es científica.
La ciencia descubre o produce algo, después les dice cómo fabricar lo que ha descubierto, cómo
utilizarlo, cómo conservarlo e incluso cómo deshacerse de ello. El producto es perfectamente
conocido y ha sido creado científicamente.
La espiritualidad, en cambio, se interesa en nosotros mismos. Nosotros hemos aparecido y
el mundo ha aparecido repentinamente. ¿Por qué? Nosotros no lo sabemos, pero sin embargo
nos esforzamos en descubrirlo. ¿Qué somos nosotros, qué es el mundo y cuáles son nuestras
relaciones mutuas? Nosotros lo ignoramos, pero adoptamos las convicciones emitidas por uno
u otro. O nos limitamos a creer lo que nos han dicho nuestros padres: «tú eres esto y aquello». Y
acabamos por estar sujetos a todo un campo de relaciones constituidas únicamente de «cosas
oídas».
Esta consciencia de estar aquí, la constatación de este hecho: «yo soy», ha aparecido espontáneamente.
Hoy «nosotros somos», «nosotros somos» como es el sol levante. Este ser
mismo es una suerte de experiencia. Antes del nacimiento no había experiencia; es con la aparición
«yo soy», con la aparición de esta consciencia, de esta eseidad como las experiencias
comienzan.
Después ustedes descubren que este ser, esta consciencia expresada por «yo soy» es la causa
de todos los gozos y de todos los sufrimientos. Ella también engendra todas sus necesidades. En
este nivel de ser, todo eso es inevitable. Esta constatación «yo soy», este saber interior que
implica tantos movimientos, necesidades, exigencias, ¿qué es?, ¿cuál es esta identidad?

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