DHARAMSALA, India — Su audaz escape del Tíbet parecía sacado de una película. De apenas 14 años entonces, Ogyen Trinley Dorje era uno de los lamas encarnados más reverenciados del budismo tibetano y su travesía a través de los pasos helados de los Himalayas fue visto como un gran papelón para China. El joven llegó a la India a principios de 2000 y fue recibido con euforia por el exilio tibetano.
India, sin embargo, tenía más dudas sobre qué hacer con él. Las agencias de inteligencia, sospechosas de sus lealtadas y escépticas sobre su escape milagroso, lo interrogaron y restringieron severamente sus movimientos. Permaneció confinado en un monasterio en las montañas de una secta tibetana diferente a la suya. Y eso alentó una idea: quería su propio monasterio. Eventualmente, sus ayudantes concertaron un arreglo para comprar tierra.
Ahora, la búsqueda de un nuevo monasterio para el Karmapa número 17, como es conocido, inesperadamente desató un furor nacional, alentado por los medios indios que han tocado la creciente ansiedad pública respecto de las intenciones chinas en sus conflictivas fronteras.
La Policía india investiga al Karmapa, después de descubrir alrededor de un millón de dólares en moneda extranjera en su residencia, que incluía más de 166.000 dólares en moneda china. Relatos de medios con fuentes dudosas se han preguntado si es un espía chino complotando para montar un imperio monástico a lo largo de la frontera.
¿Monje o infiltrado chino?, se pregunta un editorial de The Tribune, el periódico nacional de habla inglesa.
Muchos tibetanos se burlan de las acusaciones sobre espionaje. Pero el episodio muestra a las claras la precaria posición del Dalai Lama y el movimiento en el exilio del budismo tibetano que lidera desde que huyó de China en 1959. La causa tibetana depende fuertemente de la buena voluntad india, especialmente desde que China ha intensificado sus esfuerzos para desacreditar e infiltrar su organización en el exilio.
La tension crece entre India y China por una variedad de motivos, incluyendo al Tíbet. Hackers sofisticados, localizados en China, penetraron los sistemas informáticos de Dharamsala y de ministerios del gobierno indio. China ha culpado a los exiliados tibetanos en India de promover la inestabilidad en Tíbet. Pero ahora también India parece más preocupada por las actividades tibetanas: la Policía india investiga los nuevos monasterios tibetanos cerca de la frontera por posibles lazos con China, indicó un funcionario policial.
Mientras tanto, los líderes chinos apuestan a que el movimiento tibetano se fracture después de la eventual muerte del Dalai Lama, de 74 años, y han proclamado su intención de nombrar un sucesor.
Las sospechas indias sobre el Karmapa son un problema especial. Es seguido a nivel global y, a los 25 años, es visto como un potencial líder del movimiento en el futuro –una posibilidad comprometida seriamente si las autoridades indias lo consideran un agente extranjero.
“Los tibetanos tienen que asumir la idea de que podrían ser considerados una amenaza a la seguridad de la India, y no como un capital”, sostuvo Tsering Shakya, un importante especialista en Tíbet. “Pero la idea de que un chico de 14 años fuera elegido como agente encubierto por un gobierno extranjero para desestabilizar a la India –y la asunción de que el chico asumirá el liderazgo del movimiento tibetano y eventualmente trabajará contra India – es digna de una novela barata de espías”.
Durante la semana pasada, los tibetanos han salido a apoyar al Karmpa, y miles de monjes realizaron vigilias de velas encendidas en su residencia. Los líderes políticos de Tibet, incluyendo al Dalai Lama, han pedido a los ayudantes del Karmapa que corrijan cualquier irregularidad financiera, pero han desestimado cualquier sospecha de que el Karmapa sea un agente chino.
“Sin fundamento, sin fundamento”, dijo Samdhong Rinpoche, primer ministro del gobierno tibetano en el exilio. “Ni una fracción de esto tiene una base de verdad”.
Muchos agentes de inteligencia indios desconfiaron del Karmapa desde el comienzo. Es un caso único, ya que tanto el Dalai Lama como el gobierno chino lo han respaldado. El explicó su escape como un acción de principios: estaba siendo presionado para acusar al Dalai Lama y los funcionarios chinos le prohibían estudiar con lamas importantes fuera de China. Muchos investigadores quedaron en la duda, preguntándose cómo una figura tan importante podía haberse deslizado tan fácilmente por la frontera.
El miércoles (8 de enero de 2011), cuando una procesión de monjes llegó para ofrecer apoyo, el Karmapa describió la controversia actual como un “malentendido” y expresó su confianza en la justicia de las autoridades indias.
“Todos nosotros nos hemos refugiado e instalado aquí”, dijo. “India, en contraste con la China comunista, es un país democrático basado en el imperio de la ley. Por tanto, confío en que las cosas mejorarán y que la verdad se impondrá”.
Dentro del budismo tibetano, el Karmapa se ubica tercero, después del Dalai Lama y el Panchen Lama; cada uno es considerado una misma persona que ha reencarnado a través de los siglos. Después de la muerte del Karmapa anterior, una áspera batalla estalló entre los importantes lamas encargados de identificar al sucesor: al menos otras dos personas reclaman todavía ser el Karmapa, aunque la mayoría de los tibetanos, incluyendo al Dalai Lama, reconoce a Ogyen Trinley Dorje.
Pero esta disputa ha complicado los esfuerzos del Karmapa para reclamar el monasterio construido por sus predecesores en la región fronteriza de Sikkim, en la India. Funcionarios indios han bloqueado su intento de tomar la propiedad del lugar hasta que se resuelvan los reclamos de las facciones tibetanas rivales —razón por la cual, dada la incertidumbre sobre la duración de esa batalla legal, el Karmapa buscó comprar tierra para un nuevo monasterio, explicaron sus ayudantes.
La negociación por la tierra llevó a la polémica actual. El 26 de enero, Día de la República en India, oficiales de la Policía apresaron a dos hombres en un puesto de control en la autopista después de descubrir unos 219.000 dólares en rupias indias dentro del auto —dinero que, dijeron, provenía del Karmapa. Al día siguiente, la Policía allanó el Monasterio y encontró cajas de efectivo de más de veinte países, incluyendo China; los oficiales arrestaron al encargado de finanzas que supervisa el fondo humanitario del Karmapa y continúan investigando al Karmapa mismo.
“Escapó de China”, observó P. L. Thakur, inspector general de la Policía en Dharamsala. “Tíbet se halla bajo control de China. ¿Por qué y cómo ha llegado este dinero aquí? ¿Con qué objetivo? ¿Por qué es mantenido aquí?”.
Naresh Mathur, uno de los abogados del Karmapa, explicó que el dinero provenía de devotos que durante la década pasada llegaron de todo el mundo en busca de la bendición del Karmapa. Por costumbre, dejan una ofrenda, usualmente sobres con efectivo; la moneda china, indicó, pertenecía a tibetanos u otros chinos que han realizado la peregrinación a Dharamsala.
Mathur aclaró que los ayudantes del Karmapa no pudieron depositar el dinero porque esperaban una decisión sobre su solicitud –realizada muchos años atrás—para que el gobierno apruebe la recepción de divisas extranjeras. En el interín, dijeron, el dinero fue depositado donde lo hallaron los oficiales de Policía –en cajas alojados en un dormitorio compartido por los monjes.
Mathur también negó cualquier sugerencia de que la negociación por la tierra sea secreta o ilegal, y dijo que el vendedor exigió efectivo.
El viernes (4 de enero de 2011, el Karmapa ofreció bendiciones a creyentes que formaron fila para encontrarse con él en su recibidor del cuarto piso. Entre ellos había un grupo de seguidores chinos de la zona industrial de Shenzhen. Los ayudantes dijeron que se habían cometido errores de contabilidad al registrar las donaciones, pero que la intención era manejar el dinero de un modo correcto.
“Haremos cambios”, anunció Deki Chungyalpa, portavoz del Karmapa. “Como contratar a un contador profesional que no sea un monje”.
Para muchos tibetanos, la preocupación mayor es por el futuro del movimiento tibetano. Tenzin Tsundue es el activista tibetano que una vez desenrolló la bandera “Libertad a Tibet” durante una presentación del presidente de China, Hu Jintao. Dijo que India ha sido un amigo inquebrantable de los tibetanos, que ha ofrecido un hogar a casi 120.000 de sus refugiados; sin embargo, ahora le preocupa que este apoyo esté flaqueando.
“Este país, al que estamos tan agradecidos, acusa al Karmapa de ser un espía de China”, apuntó. “No podemos entenderlo en absoluto”.
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