SE DABA EL NOMBRE DE NADIE
Y se creía extranjero en cualquier lugar. Nacido en la tierra de las metafísicas costumbres, de niño jugaba a crear contra la cítara y las musas.
Su poder meritorio concierne a la miniaturización del mundo:
Coser lo seco a los peces pobres y las anguilas.
Se daba el nombre de Nadie muchísimo tiempo antes que nadie.
Dialogaba con los tritones de Leto mientras quemaba olmos y tamariscos.
Le perseguían seres nacidos de la luz furiosa de bellos dragones,
Y se comprometió a ser entonces no visible, formar parte del juramento
A la tierra, como hijo de la vieja diosa.
Terriblemente transido de mar, herido en las heridas de las olas, carbonizado
En el agua por la cólera, explicaba la muerte natural y el calor por el fuego.
Cómo fingirse marinero en una sala de bronce.
Alimentado por ilusiones de juventud maldecía a los poetas con mucha sangre,
Y a los de vientre y piernas hinchados por la vida de lujo perdonaba,
Pues ya es trampa la culpa de su riqueza.
R.L.
Del libro "Maitreya"