domingo, 8 de marzo de 2009

INSURRECCIÓN


«Occidente debe tener cuidado con el ‘made in China’, producirá más paro. Entiendo que el mercado chino despierte un gran interés en Europa ya que es un gran consumidor, razón por la que los comerciantes chinos tienen un trato preferente y están muy considerados. Con todo, esto generará más paro e incrementará los problemas de los trabajadores y las industrias españolas y, en general, occidentales», aseguró ayer el lama Thubten Wangchen, director de la Fundación Casa del Tíbet de Barcelona, que este fin de semana imparte en Palma el curso Introducción al budismo tibetano, toma de refugio en el centro Dharma.

A punto de cumplirse los 50 años de la invasión china del Tíbet, (10 de marzo de 1959), el maestro budista alertó ayer la «dramática» situación que viven los tibetanos una vez finalizados los juegos olímpicos de Pekín.

«Pensamos que las olimpiadas supondrían una apertura, pero esto no ha sido así. Por el contrario, la represión china se ha recrudecido. Las calles están tomadas por el ejército y no hay presencia de turistas ni periodistas. La situación es mala», lamentó.

«En Tíbet los chinos entraron en silencio, al principio fueron humildes... Diez años después nos invadieron. En la actualidad, viven ocho millones de chinos frente a seis millones de tibetanos que permanecen en el país: una invasión en toda regla», recuerda con tristeza el monje.

Thubten Wangchen nació en 1954 en Tíbet. Como muchos otros, en 1959 se vio obligado a abandonar su país. Con cinco años mendigaba en las calles de Katmandú, Nepal, para sobrevivir.

Poco tiempo después, gracias a los auspicios del Dalai Lama y con la ayuda del Gobierno de la India, pudo ingresar en una escuela para refugiados tibetanos en Dalhousie, donde aprendió la lengua, cultura, historia, arte y filosofía budista.

Namgyai y el maestro
Con 16 años ingresó en el monasterio budista de Namgyai, en Dharamsala, al norte de la India, donde el Dalai Lama estableció el gobierno tibetano en el exilio.

Fue en 1981 cuando llegó por primera vez a España. El 25 de septiembre de 1998 Thubten consiguió la nacionalidad española, siendo uno de los primeros ciudadanos del país de origen tibetano.

Cuatro años antes, el propio Dalai Lama inauguró la Casa del Tíbet, en la actualidad convertida en fundación que Thubten dirige.
La manifiesta resistencia que ha mantenido en España contra la invasión china del Tíbet le ha costado más de un disgusto: «La Generalitat y los Mossos d’Esquadra ya me han advertido que vaya con cuidado con los chinos. Son poderosos y en España hay mafias», comentó.

Este monje budista, «una filosofía que se centra en la compasión, más que una religión» -aclara-, se define como una persona que no ha perdido la esperanza.

«Durante todos estos años, hemos organizado una resistencia basada en la verdad y la no violencia. Una lucha que ha encabezado el Dalai y que ha conseguido la simpatía general de los occidentales y muy especialmente de los españoles».

Una vida feliz
A pesar de las dificultades que ha experimentado a lo largo de su vida, Thubten Wangchen aclara que no padece ningún trauma:«Soy feliz y eso que no tuve ni un solo juguete, y menos fabricado en china, de los que se rompen enseguida».

Sería difícil imaginar a un niño español de cinco años pidiendo limosna para sobrevivir sin que a lo largo de su vida generara algún tipo de «patología». Ahora que la bancarrota nos atemoriza, Thubten, con pasmosa tranquilidad, comenta: «No es el fin del mundo».

«Los niños occidentales están contaminados por el materialismo. Son educados en la ambición, la competitividad... Así las cosas, es difícil no asustarse ante una crisis económica».

«Hay que reflexionar y pensar por qué no se escandalizó occidente ante la crisis espiritual, de valores. Así no hay equilibrio, occidente ha dado un vuelco al exterior y es en exceso materialista. Ahora hay que compensar y aportar de forma desinteresada: en el trabajo, con los jefes, la gente, la familia...»., concluye Thubten Wangchen.

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