Losar es el tradicional día del año nuevo tibetano, el cual se basa en sofisticados y complicados cálculos combinando sistemas solares, lunares y astrológicos, en estos cálculos también se considera el año del primer rey tibetano entronizado el año 127 a.C. en el valle de Yarlung, Tibet central.
De acuerdo a estos cálculos, los tibetanos están aún en el año 2135, el año masculino de la tierra y de la rata; 127 a.C. + 2008=2135.
El primer día del próximo año nuevo será el 25 de Febrero de 2009, que corresponderá al año 2136 para los tibetanos; 127 a.C. + 2009= 2136, año femenino de la tierra y del buey.
Su celebración ha sido importante, no únicamente desde el punto de vista de las diversas festividades que en esos días (usualmente 3) se llevan a cabo, sino que porque destaca la existencia de un país en el mundo, cuyo conteo en existencia difiere del nuestro y de el de China pero reviste el mismo valor, así su celebración conmemora la existencia de un país como cualquier otro.
Este año, sin embargo, los preparativos y festividades para su celebración han sido por primera vez suspendidos. ¿La razón? muy simple, el pueblo tibetano está de capa caída, sin fuerzas, deprimido, podríamos decir que “no están para fiestas”. Es natural, aún cientos de familias lloran a sus muertos caídos por el simple crimen de desear recuperar una historia para ellos y de ellos. Aquella historia propia que siempre conocieron, con sus fiestas y tradiciones, con sus banderolas colocadas por doquier, con las bufandas blancas amarradas a árboles, macetas y cañerías de agua. A esas ajetreadas cocinas en cada casa, llenas de olores que anuncian exquisitos manjares, disfrutados y agradecidos por cada familia tibetana en los días de Losar. A los niños corriendo por las calles, luciendo trajes nuevos y comiendo dulces deliciosos. A los mayores preparando sus arcos y flechas para las competencias en donde orgullosos podían mostrar sus habilidades de arqueros reales, a los artistas, bailarines que en esos días se engalanaban para danzarles a los dioses.
Si, aquella historia tibetana, tan singular y auténtica hoy no puede llevar el mismo toque divino de entonces.
¿Será así como se extinguen las culturas en el mundo?
Sin leyes específicas que prohíban la celebración de Losar, el gigante asiático con su poder, simplemente va apagando la luz de vida de cada tibetano dentro de su corazón.
Los acontecimientos del pasado año 2008 han sido terribles para el pueblo tibetano, estos han sido denigrados nuevamente porque pensaron que su lucha era justa… y lo es, pero no a los ojos de un mundo que marcha apresurado sin siquiera darse cuenta de lo que pierde en el camino.
Ana-María Clasing
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