jueves, 5 de mayo de 2011
BODHISATTVA BASILI
El padre benedictino Basili Mª Girbau, heredero de la llama de la tradición iniciática…
Habituado a la meditación, la oración, el vegetarianismo, y el amor por los animales,
así como conocedor de las diversas tradiciones espirituales de los diversos continentes.
Coincidió con grandes personajes como Gandhi.
Residió un tiempo en Jerusalén,
estuvo al cargo de una comunidad de monjes en Mallorca,
hasta decidir por fin ubicar su centro físico,
en la montaña sagrada de Montserrat
(para muchos un chakra, un centro energético sagrado de este planeta),
como monje-ermitaño de forma ya definitiva.
Sencillo y afable, y a la vez fuerte y directo.
Fuertemente influido por la enseñanza de Sri Ramana Maharshi, el yogui del silencio.
En su ermita a gran altitud sobre el mismo monasterio, supo encontrar el espacio y condiciones necesarias para su labor de ayuda a todas las almas que se le acercaban...!
Abajo de su cueva, muy lejos, el mundo, sus brillos y sus sombras...
La ermita es una de tantas cuevas que horadan suavemente la montaña sagrada.
Está cerrada con una cristalera, habilitando un reducido espacio que contiene una cama, una mesa, dos sillas, un hornillo de gas, una estantería con libros, una cruz, un par de retratos de Ramana Maharshi y un altar.
Suficiente para el padre Basili, "El ermitaño de Montserrat",
portaba luenga y poblada barba,
fué un erudito conocedor de lenguas tan dispares como el árabe, el alemán o el hebreo,
para casi todos los que le conocieron en vida,
un sabio, un místico, un santo quizás.
Durante casi 30 años vivió en la cueva-ermita de Santa Creu,
se levantaba al alba para pasar el día meditando, rezando y estudiando.
El padre Basili era un enamorado del "momento presente".
Cuando alguien le preguntaba por el secreto de la felicidad de su vida de ermitaño, respondía:
«Vivir.
No se trata de filosofar ni de hacer grandes discursos.
Estás aquí, ¿qué más quieres?
Respiras.
Tu corazón palpita.
¿Qué importa el ayer?
¿Qué importa el mañana?
Estás aquí!”.
Una filosofía de vida que le hacía estar siempre alegre.
En su rostro nunca faltaba una luminosa sonrisa.
Porque, como solía decir:
«Vivo con paz, silencio interior y desprendimiento».
¿Y la soledad?
El padre Basili decía no conocerla.
«La soledad habita en el corazón.
Yo no estoy en soledad por vivir en una cueva en plena montaña.
Si vives en plenitud no puedes estar solo.
Solos están los que viven en uno de esos bloques anónimos,
rodeados de centenares de personas,
pero en medio de una terrible soledad».
En contacto permanente con el Misterio de Dios,
Basili consiguió alcanzar la vía de la contemplación mística,
ayudado por un maestro espiritual hindú, Ramana Maharshi,
al que conoció a través de un libro en 1963,
y cuya influencia marcó profundamente su vida.
y al que definía como:
«un hombre sin mente,
que no necesitaba hacer funcionar su mente,
porque Dios había llenado su espíritu».
Para Basili, su opinión sobre el cambio era:
«Para que la sociedad sea más justa,
lo único que tiene que cambiar,
es el corazón del hombre».
SU OBITUARIO
Un sabio que, tras recorrer medio mundo, se retiró al silencio de una ermita en la montaña sagrada de Montserrat. Basili Girbau, el monje eremita, falleció el 23 de diciembre de 2003 a los 78 años tras una larga y penosa enfermedad. No era un monje cualquiera.Como reconoció en sus funerales el abad del cenobio catalán, Josep María Soler, era un benedictino con «un carisma especial», un sabio, un místico, un santo quizás.
Basili había nacido en Barcelona en 1925, cursó el bachillerato y a los 18 años sintió la llamada de Dios. Y se fue a Montserrat, donde profesó como monje benedictino en 1945. Durante muchos años se dedicó a la investigación bíblica y a la docencia. Y para eso, tras estudiar en varios países, se dedicó a recorrer las tierras bíblicas, donde aprendió el árabe y el hebreo.
En 1973 regresó a Montserrat donde empezó su vida eremítica, que sólo interrumpió unos años, para vivir en el monasterio mallorquín de Benicanella y, en los dos últimos años de su vida, por problemas de salud.
Durante casi 30 años vivió en la ermita de Santa Creu, a una hora de camino del monasterio de Montserrat. Su ermita, una de tantas cuevas que horadan suavemente la montaña sagrada, está cerrada con una cristalera, habilitando un reducido espacio que contiene una cama, una mesa, dos sillas, un hornillo de gas, una estantería con libros, una cruz, un par de retratos de Ramana Maharshi, un sabio hindú de este siglo, y un altar. Lo suficiente para el ermitaño de Montserrat que, durante casi tres décadas se levantaba al alba para pasar el día meditando, rezando y estudiando.
El padre Basili era un enamorado del momento presente. Cuando alguien le preguntaba por el secreto de la felicidad de su vida de ermitaño, respondía: «Vivir. No se trata de filosofar ni de hacer grandes discursos. Estás aquí, ¿qué más quieres? Respiras.Tu corazón palpita. ¿Qué importa el ayer? ¿Qué importa el mañana? Estás aquí. Entonces ríe, ríe a reventar. Tienes lo indispensable.No te hace falta ni más ni menos».
Una filosofía de vida que le hacía estar siempre alegre. En su rostro de luenga y poblada barba nunca faltaba una sonrisa. Porque, como solía decir, «vivo con paz, silencio interior y desprendimiento».¿Y la soledad? El padre Basili decía no conocerla. «La soledad habita en el corazón. Yo no estoy en soledad por vivir en una cueva en plena montaña. Si vives en plenitud no puedes estar solo. Solos están los que viven en uno de esos bloques anónimos, rodeados de centenares de personas pero en medio de una terrible soledad».
En contacto permanente con el Misterio de Dios, Basili consiguió alcanzar la vía de la contemplación mística ayudado por un maestro espiritual hindú, Ramana Maharshi, al que conoció a través de un libro en 1963, y al que definía como «un hombre sin mente, que no necesitaba hacer funcionar su mente, porque Dios había llenado su espíritu».
Como llenó el de Basili que, desde su ermita, escribía libros, para enseñar a la gente a ser feliz, profundamente feliz. «Para que la sociedad sea más justa lo único que tiene que cambiar es el corazón del hombre».
Para superar esas inercias, el padre Basili recomendaba el desengaño.«Porque el desengaño es una cosa muy positiva. Si vives engañado, desengañarte es una liberación. Conforme los hombres se vayan desengañando, surgirá la luz. Se descubrirá lo negativo del engaño y quedará lo que no es engaño», dijo el maestro y se fue al Reino del Desengaño.
Basili Girbau, monje, nació en 1925 en Barcelona, ciudad en la que murió el 23 de diciembre de 2003 .
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1 comentario:
Todos los que conocimos al padre Basili, agradecemos ver que su vida no quedo en el olvido, yo he pasado muchos años con el, y siempre que voy a Montserrat, pienso en el día que le conocí, y lo que me aporto conocerle.
Siempre nos queda su buen corazón, su perra violeta que descansa en paz en la santa creu, y todos los amigos que pudimos pasar con el años y años en Montserrat.
Gracias por este blog.
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