Hace ya casi dos meses, el día 11 de marzo, que tuvieron lugar en Japón el terremoto, el tsunami y, como consecuencia, el accidente en la central nuclear de Fukushima, que sigue emitiendo grandes cantidades de sustancias radiactivas.
ROCÍO MORENO ILLUECA
Pasado este tiempo, parece que esta situación vaya quedando en el olvido. Los medios de comunicación ya no informan apenas sobre esta noticia, sin embargo, el riesgo de radiactividad sigue existiendo. Las consecuencias van a afectar a la población, como ocurrió con la central nuclear de Chernóbil, que vivió un suceso similar y la población sufrió malformaciones, cánceres, tumores... que todavía, después de tanto tiempo, siguen produciéndose.
Por eso, no nos podemos olvidar de las personas que viven en Japón. Ellas son las que verdaderamente están sufriendo las consecuencias, ya que muchos de ellos tuvieron que ser evacuados y apartados de sus casas, otros muchos perdieron parte o la totalidad de sus familiares y todos sufren una exposición a la radiación nuclear que en un futuro les pasará factura, no solo a ellos sino a las próximas generaciones.
Espero que los Gobiernos y organizaciones no se olviden de este fatal accidente y pongan todos los medios para ayudar. También para que las centrales nucleares de todo el mundo sean más seguras o sustituidas por energías alternativas, de manera que esta situación no se vuelva a repetir.
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