lunes, 5 de diciembre de 2011
Existen personas que en apariencia son como los demás, pero que en un punto del camino se distanciaron de la mayoría para convertirse en personas excepcionales.
A veces nos cuesta reconocerlos por la forma tan discreta con la que pasan por la vida. Pero recientemente la ciencia los ha descubierto y ha demostrado que poseen cualidades extraordinarias, desarrolladas a través de una forma de vivir en apariencia sencilla pero que les otorga una plenitud y un bienestar desconocidos para la mayoría de la población.
¿Podría la ciencia ofrecernos las claves para lograr un bienestar como el que ellos poseen? La investigación dice que sí o que, al menos, podemos intentarlo
La búsqueda del saber
¿Dónde se encuentran estos grandes hombres? El actual Dalai Lama es uno de ellos. En su búsqueda de la verdad no deja de asombrarnos cómo ha fomentado la investigación y la interrelación entre mundos aparentemente tan dispares como la ciencia y el alma. Él mismo dijo: “Los budistas podemos servirnos de la ciencia para esclarecer la comprensión del mundo…” Precisamente por lo que él encarna, su apertura al mundo científico tiene más valor si cabe. Cuánto debieran aprender algunos…
Por su búsqueda de la verdad, por su liderazgo firme y pacífico, el Dalai Lama es un gran hombre. Pero no solo él. Los monjes de su comunidad y muchos otros que viven como ellos son también hombres excepcionales. Y no porque lo digan sus seguidores. Lo dice la ciencia.
Así lo confirman numerosas investigaciones, como las realizadas tras los encuentros de varios científicos con el Dalai Lama. En 1992 emprendieron un proyecto conjunto dirigido a comprobar los efectos de la meditación sobre el ser humano. Fruto de esa colaboración R.J. Davidson, neurocientífico de la Universidad de Wisconsin, Madison, estudió la actividad cerebral de monjes budistas muy experimentados en el arte de la meditación. Los resultados de las investigaciones fueron sorprendentes. Veamos algunos.
- Los monjes fueron estudiados neurológicamente mientras meditaban. Durante la práctica evidenciaron una actividad muy intensa en la corteza prefrontal izquierda, zona del cerebro altamente vinculada a las emociones positivas y cuya activación se ha demostrado que produce sentimientos de optimismo, felicidad, entusiasmo, alegría, energía y alerta.
- Se obtuvieron otros datos también impactantes. La amplitud de las ondas gamma recogidas en algunos monjes fueron las mayores que se han registrado en la historia. Este tipo de ondas está asociada con la capacidad de atención y el aprendizaje.
- En otros estudios se demostró que durante la meditación se presenta una importante disminución de cortisol, la hormona del estrés.
- En los estudios de P. Ekman, profesor de psicología de la Universidad de California, San Francisco, se demostró que también poseían capacidades extraordinarias para reconocer emociones y signos sutiles en el ánimo de los semejantes.
- Incluso se hizo un descubrimiento aún más espectacular. Los monjes demostraron un control asombroso del reflejo de sobresalto, uno de los más primitivos del hombre y un gran predictor de las emociones negativas, que parece que “ningún ser humano puede reprimir”. ¿Nadie? Los monjes del estudio hicieron algo muy parecido ¡Asombroso!
¿Cómo es posible un desarrollo tan excepcional de cualidades?
¿Tiene algo que ver la disciplina contemplativa de estos hombres sencillos y tranquilos? Pues parece que sí.
Los resultados de las investigaciones a las que hemos hecho referencia dan pasos de gigante para explicar por qué estás prácticas producen emociones tan positivas, mejoran la atención, la empatía reducen el estrés y aumentan la resistencia a las emociones negativas.
Parece que objetivamente practicar la bondad nos hace mejores
Y es que todos los estudios coinciden. El cultivo de la interioridad, la disciplina mental, la meditación, visualización, contemplación… pueden cambiar funcionamiento cerebral si se practica de manera regular. Hoy sabemos que en la edad adulta el cerebro puede seguir realizando conexiones neuronales y que las funciones cerebrales se desarrollan a través de la práctica. En opinión de los científicos, con un correcto entrenamiento podemos ayudar a nuestro cerebro a desarrollar funciones y conexiones neuronales nunca imaginadas.
Pero existe otro dato relevante. Los sentimientos que evocaron los monjes cuando demostraron un funcionamiento cerebral tan extraordinario fueron la compasión, unidad con los semejantes… Caramba. Parece que objetivamente practicar la bondad nos hace mejores.
Todas las investigaciones presentadas y otras que no caben en estas líneas, se diseñaron con objeto de buscar formas efectivas de enseñar al cerebro a funcionar constructivamente. Todas ellas han demostrado que existen herramientas y formas de vida con poder no solo para modificar nuestra activación cerebral, sino también para combatir las emociones destructivas y reemplazarlas por otras positivas. Y eso no lo dice ninguna creencia, lo confirma la ciencia. La religión y distintas corrientes espirituales aprendieron hace tiempo a emplear estos recursos. Hoy también lo hacen la psicología, la medicina… Y los demás ¿A que estamos esperando?
Quizás sea hoy un buen día para empezar de nuevo sabiendo que la paz se practica y que la práctica instaura funciones cerebrales, comportamientos y actitudes. Puede que muchos monjes fuesen virtuosos desde su infancia pero fue la práctica de la bondad lo que les confirmó en lo que hoy son. Hombres buenos y tranquilos. Extraordinarios.
“Con cierta frecuencia he dicho que, si la ciencia demostrase hechos que contradijesen la visión budista, en consecuencia deberíamos modificar ésta”. (Su Santidad el decimocuarto Dalai Lama) No es necesario ningún comentario.
Rocío Mayoral 05/12/2011
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